No paro de pensar en mis defectos, mis virtudes, mi forma de relacionarme con el mundo. Y me angustio, sin quererlo, claro, por casi todo. Me desespero cada uno de los minutos que no pasamos juntos. Y termino por salir corriendo si escucho de sus labios que está enamorado. "Pasamos demasiado tiempo juntos" me oigo decir de lejos, "los dos sabemos que así no podemos estar", qué sensata y qué poco creíble. Me da por pensar que algo tan bueno no puede durar mucho, que lo que llevaba meses deseando es demasiado bueno, demasiado perfecto, tal y como me había imaginado. Me quedo dormida mientras suena I´m gonna break your heart de Wilco. Y el mal de Montano me invade y se me ocurre escribir otra novela, aunque no se publique, sobre lo que está pasando, pero también sobre cómo es posible que hayamos coincidido de esta manera, qué viajes hemos recorrido los dos hasta lllegar a este punto, un lugar en el mundo que no tiene por qué ser el definitivo, pero que ahora es el nuestro.
Intento explicarle que mi mirada es distinta, creo, que no es como las demás, que mi mundo es más complejo, lleno de fantasmas, de fantasías y de cosas que en realidad no ocurren, pero existen, porque habitan en mí, y las escribo, y se convierten en historias, y por tanto las convierto en realidad, como el escultor del Golem, como algo maligno que te atrapa y del que no puedes escapar.
A veces pienso que ser escritor es una maldición.