31 oct 2007

Ser escritor

No paro de pensar en mis defectos, mis virtudes, mi forma de relacionarme con el mundo. Y me angustio, sin quererlo, claro, por casi todo. Me desespero cada uno de los minutos que no pasamos juntos. Y termino por salir corriendo si escucho de sus labios que está enamorado. "Pasamos demasiado tiempo juntos" me oigo decir de lejos, "los dos sabemos que así no podemos estar", qué sensata y qué poco creíble. Me da por pensar que algo tan bueno no puede durar mucho, que lo que llevaba meses deseando es demasiado bueno, demasiado perfecto, tal y como me había imaginado. Me quedo dormida mientras suena I´m gonna break your heart de Wilco. Y el mal de Montano me invade y se me ocurre escribir otra novela, aunque no se publique, sobre lo que está pasando, pero también sobre cómo es posible que hayamos coincidido de esta manera, qué viajes hemos recorrido los dos hasta lllegar a este punto, un lugar en el mundo que no tiene por qué ser el definitivo, pero que ahora es el nuestro.
Intento explicarle que mi mirada es distinta, creo, que no es como las demás, que mi mundo es más complejo, lleno de fantasmas, de fantasías y de cosas que en realidad no ocurren, pero existen, porque habitan en mí, y las escribo, y se convierten en historias, y por tanto las convierto en realidad, como el escultor del Golem, como algo maligno que te atrapa y del que no puedes escapar.
A veces pienso que ser escritor es una maldición.

30 oct 2007

Incontrolada

Vengo corriendo a sentarme delante del ordenador a escribir, a ordenar todas las ideas que se me agolpan, una tras otra, creando frases. Escribir me ayuda a poseer lo que me ocurre, que no simplemente pase, porque ando incontrolada, y no sé si hormonal o el buen tiempo que aparece después de la tormenta. A veces se me olvida ponerme mi escudo y lo dejo caer, y es entonces que miro tus ojos y me quema el pecho, y el deseo crece y no puedo pensar en nada más, ni comprender el mundo, ni las obligaciones, ni acordarme de las personas que dependen de mí. Miro tus ojos y me sumerjo en las arrugas de tu cara para perderme en ellas y no volver a ser yo, ni acordarme de cómo era cuando era yo misma, me abandono en tus brazos y sólo pienso en cómo puedo hacerte feliz. Y a veces es tan sencillo como dejarte en paz, dejarte hacer tu vida. ¿Será un defecto femenino? Cuánto esfuerzo tengo que hacer para salir de tu cama y correr. No he de mirar atrás, olvidaré mi pasado por ti, seré nueva, seré única, la primera y la última, lo que todas deseamos. Olvidaré todas y cada una de las chicas que me has presentado, con las que he cenado cuando éramos sólo amigos, me comeré los celos y me haré la fuerte. Jordi, el de el piso de abajo, duerme conmigo cada noche, me abraza en sueños y murmura poemas en inglés. por fin está aquí y lo único que puedo sentir es miedo a que me haga daño, miedo a hacerle daño yo.
No quiero convertirme en todo aquello que detesto. No sé si me gusta estar enamorada. Sería genial poder controlar mi vida, aunque sé que no es así. ¿Cómo se apaña Rafa para ser tan feliz?

26 oct 2007

Un ruido

Comenzó hace un par de semanas. Volví de un viaje, cansada, deshice la maleta y me eché a la cama como último refugio, como la casa añorada, como por fin. Y sonó en la oscuridad, sin saber muy bien dónde, pero con un sonido nítido, electrónico, intermitente y finito. Sonó como una alarma de un reloj digital dando la hora. El problema es que no uso reloj. No sólo, es que tampoco tengo. Y no era la alarma de mi móvil. Desde ese día ha sonado, dependiendo de la noche, siempre cuando ya andaba a oscuras y en mi cama, sintiéndome indefensa, sin las gafas, vislumbrando sombras y sin determinar de dónde procede. Por un instante pensé que sería el portátil del salón, aunque el martes siguiente hubiese jurado que sonaba frente a mí, en el espacio que habita entre la cama y el armario, donde no vi más que aire. Desde el martes antes de acostarme apago el portátil, por si acaso. Pero volvió a sonar el jueves y el posterior domingo. Este último día me armé de valor, encendí la luz, miré la hora, me levanté y fui hasta el salón, allí me pareció que fue el ruido, y mis gatos apuntaban sus orejas hacia aquella dirección. Todo parecía normal en la oscuridad. Al encender la luz todo siguió en su sitio, la tele apagada, la cadena de música también, ninguna luz parpadeaba, nada que fuera eléctrico se encendió de repente. Todo permaneció calmo.
Anoche volvío a sonar, a la misma hora, las doce y media de la noche. Esta vez sonó junto a la ventana, en mi dormitorio. No es mi móvil, no es el portátil, no tengo reloj y el sonido es siempre el mismo.

21 oct 2007

Pasión

La soledad del domingo por la tarde termina resultando insoportable. Gracias a que las canciones de Radiohead son lo suficientemente melancólicas para canalizar toda la sal que llevo dentro. Estoy pensando que mi gato me mira con pena, a veces me dice que todas mi decisiones son equivocadas. A veces pienso que me dice lo que ya sé. Es una pena no tener dos oportunidades o saber elegir mejor. Mi gato me mira y se pone a leer el periódico. Yo me propongo terminar de escribir mi novela antes de fin de año, como siempre me propongo y mi gato me mira escéptico. Le miro y le digo lo de siempre: escribir me ayuda a seguir respirando, es mi vida, es mi pasión, lo es todo.
Parecemos una pareja de viejos repitiéndonos lo que ya sabemos

19 oct 2007

De coches y gatos


Anoche ví un gato recién atropellado. Aún respiraba, pero con la boca llena de sangre. Hacía un ruido raro, como ahogándose en su propia sangre, como si lentamente se le fueran inundando los pulmones y cada vez le costase más llenarlos de aire. Alguien le había atropellado y no había sido capaz de parar para comprobar los daños. No era un adulto siquiera, seis meses, muy poquita cosa. Cuando le cogí en una toalla que llevaba en mi coche le noté temblar. No se me ocurrió nada mejor que arrojarlo al mar, con lo poco que le gusta a los gatos.

Esta mañana un gato negro yacía en el centro de la carretera, inerte, supongo que muerto. No he sido capaz de parar para comprobar los daños, demasiado tráfico, demasiada prisa.

Me preocupa encontrame tanto gato muerto en tan poco tiempo. Mis gatos, negros, aquí y ahora. Es raro, supongo que todo se acaba, incluso eso.