28 jun 2007

Definición




Melómano: dícese de la persona, animal o cosa que se estremece ante la escucha de notas que, por su correcta asociación armónica o no, conmueven, ensalzan, entumecen, apoliptiquean, mengüenean, ennoblecen, enamorisquean, o cualquier otra acción que perturbe el estado físico y psíquico del que las escucha. Válgase como ejemplo los bailes espíricos que me marco en el salón de mi casa con el volumen de la cadena, ya añeja, a 30 decibelios, por lo menos, y sin ningún otro añadido que la melodía de Farrah, Pájaro Sunrise, o LHR. Sírvase también como ejemplo las carreras que se pegan mis gatos, en las que uno acaba mordiéndole los testículos al otro, acción que no entiendo en gatos castrados, después de la escucha de cualquier canción de Kings of Leon. O el desquiciante movimiento de cabeza en el coche de algunos conductores al escuchar la radio, en esos momentos siempre me pregunto qué estarán escuchando, pura curiosidad periodística, y si es el conductor o es el propio coche quien provoca los espasmos cabeceriles. Otros ejemplos llamativos son: la inevitable perforación de multitud de partes del cuerpo tras los conciertos en los festivales, con el consiguiente tatoo, sea de hena, o no, en otras tantas extrañas partes del cuerpo que no sabía ni que existían antes de dicho concierto; la afonía generalizada en el aforo de La Riviera tras sonar M por Iván Ferrerio, que me lleva a las siguientes cuestiones, ¿por qué la gente se desgañita en los conciertos cuando viene a escuchar a sus grupos favoritos?, y ¿por qué M deja al prota de la historia?

Atención, no confundir esta acepción con el glotón comedor de melones en verano, ni con los cabezamelón que de vez en cuando tienes la mala suerte de cruzarte por el camino. Nada que ver. Ni con los histéricos seguidores de algún concurso televisivo. A esos le dedicaremos una canción en breve, o no.

21 jun 2007

Alegrías del incendio


Sobre mi cuerpo desnudo, el suyo sudoroso. Me agarra con fuerza, cierra los ojos, me besa, se me eriza la carne. Me agarra un pecho y me lo muerde, con dulzura. Se sienta y me mira, con deseo, con ternura. Su piel está morena por el sol, le miro fijamente, le sonrío, me ruborizo ante sus palabras, será bruto, con un dedo recorre mi cuerpo, despacio, me hace cosquillas y no puedo evitar contosionarme. Me levanto y voy a por él. Me frena, noto su fuera, en sus brazos, en sus manos cuadradas, en las venas marcadas de sus antebrazos. Me lanza sobre la cama y se deja caer, sonbre mí, pero sin dejar caer todo su peso, para no aplastarme. Me besa el cuello, las mejillas, los párpados. Recorre con su lengua mi ombligo, mis caderas, mi cintura, mis pezones. Me sussssurra al oido un cuento misterioso y consigue que sueñe despierta. Me abraza y me mima.


Permítanme que el resto lo disfrute sólo yo.

16 jun 2007

Síndrome Hornby

En la librería no se nota el calor veraniego, como si los libros desprendieran frescor. Aunque lo lógico es pensar que es por estar a la sombra, y probablemente por el aire acondicionado, mantengo esa idea romántica del frescor de las bibliotecas en verano, refugio de lecturas contra el bullicio de la playa, el tráfico y los gritos, como si en verano la gente hablase más alto, como si sacase la cara de detrás de su bufanda para hablar todos a la vez.
Y las conversaciones en la librería también cambian con el verano. Poco se habla de literatura después de la Feria del Libro. Ha comenzado la temporada festivalera y sólo se habla de los conciertos a los que se puede ir y a los que no, de si el directo de tal grupo es mejor que su disco o si tal ha perdido voz por culpa de las drogas. Supongo que en la tienda de Juan Vitoria se hablarán de cosas parecidas. Quizá incluso hagan la lista de las diez mejores canciones editadas del año. Le digo a Rafa que mis canciones del mes siguen siendo:

1. Sunday morning birds
2. Alegrías del incendio
3. Esto no es otra canción de amor
4. In betwen days (de la bso de Tu vida en 65 minutos)
5. Diecinueve
6. A sort of homecoming
7. Blouwers Daughter
8. Stopped cloks
9. No distance left to run
10. Ocho y medio

Lo que demuestra mi cabezonería en mantener perennes temas durante varios meses. Qué poca movilidad, me dice.
Y hablamos de la vida y de conciertos y de relaciones, como siempre. Ahora que él está felizmente enamorado no para de darme consejos, como si hubiese una fórmula. “Ayer estuve viendo a Delco”, le cuento. “Llegué tarde pero tocaron muy bien. El bajista hacía acoples para dar un toque de distorsión distinto, me moló, algo simple y efectivo. Fuimos pocos, como la otra noche con Polar, pero merece la pena verles en directo. Aunque el violín y el teclado sonaban algo bajos. Y qué voz tiene el cantante, muy chula, potente, dulce. Hizo un tema sin micro, dulce y sobrado, emocionante y humilde a la vez. Qué ojazos, no sé cómo no se quedó él con las grupis. Claro, había un par de chicas pidiendo guerra, muy majas, pero con unos cuerpos terribles. No me mires así Rafa, no es un comentario machista, tenía una tripa de mujer de cincuenta, supongo que, siendo las únicas chicas pidiendo guerra de la noche, fue normal que las entraran, ¿no?, que en el fondo os dan igual las barrigas, para una noche me refiero. Y sí, seguro que eran majas y buenas personas, si no las estoy juzgando. Que no, tampoco es que esté celosa. En fin... Caray, Rafa, que me pones nerviosa, ya no te cuento ná, si era por hablar de algo. Pues claro que tocaron bien, tan jóvenes, tan indies, tan monos. Con una telecaster y un par de pedales sólo. Rafa, eres demasiado exigente, no me extraña que te hayas quedado en Joy Division, ¿pero al final vas a ir al Sumercase o no?...”

Los días fluyen, en la librería de Rafa

8 jun 2007

Si es tan fácil


Los Planetas me cantan “si es tan fácil”. Travolta me dice que el mundo se desdibuja, aunque a mí me da que quien se desdibuja según pasan los días soy yo, como Woody. Y me pregunto por qué carajo nos hemos conocido, para qué, si tiene algún sentido, con lo que mi mal de Montano se agrava, por momentos, porque me analizo cada uno de mis actos como una novela, hasta el momento en que suena mi timbre, me llamas, apareces en mi puerta con tus patillas y tus labios, tan gruesos, tan besables, tan etéreos. Tu canción favorita, de Los Planetas. Hoy nos vamos de concierto, mañana también, por fin Pearl Jam, pasado tocarás para mí una de tus canciones favoritas y yo lo que quiero es convertir mi cuerpo en tu guitarra, tocar el tuyo como a mi stratofender. Canciones de amor y desamor en otro idioma para ti. Y nunca me leerás, porque Madriz es una ciudad que te aburre. Y la música corre por mis venas como una droga, y escucho Santos que yo te pinté hasta la saciedad, y te miro, te observo cuando paseas a tu perro por la playa, te miro cuando entras, ingenuo y despistado como un intelectual genial, a mi tienda en busca de libros raros, te busco en cada cruce de miradas, tus ojos negros, grandes, de almendras, en los que me sumerjo como un abismo. La luna está llena y el mar salpica mi balcón. He olido al ozono concentrado sobre la tierra antes de llover y te he sentido subir las escaleras, buscar tus llaves en el bolsillo, mirar por las escaleras arriba, dudando en si llamarme para contarme lo mal que ha ido tu última cita y lo solo que te sientes cuando sales y no te las traes a casa. He olido a sal y he escuchado a las gaviotas que sobrevuelan nuestro tejado en estos días de junio. Eres Jordi, el protagonista de esta historia sin principio ni final, el que me da cobijo para acurrucarme en su pecho mientras vemos Scoop en el sillón de mi casa, estrenando mi nueva tele de plasma. Eres un extraño cada vez que sales de mi casa y te alejas, y me olvidas. Eres una canción, un estupendo si medio huevo. Eres un nombre. Eres literatura en estado puro. Creo que por eso me gustas tanto.

2 jun 2007

Crisis

Tengo ganas de probarlo todo, de no dejar nada para mañana, de follar como loca, y meterme cualquier cosa. Tengo ganas de no sentir, de quedarme inconsciente, de beber tanto que me tenga que arrastrar a vomitar, y seguir bebiendo. Tengo ganas de perder el control, chocarme con el coche, destrozarlo, conducir por la autopista a más de ciento ochenta. Tengo ganas de que me amen, de una vez y para siempre. Tengo ganas de ser cruel, mala, despiadada, reírme de todos, estar por encima de la moral. Tengo ganas de vivir al límite, dejarme caer a algún lado de la línea. Tengo ganas de llorar, de reír, de estremecerme con aquella canción tan hermosa. Tengo ganas de dejar de existir, de ser la mujer invisible, desaparecer, camuflarme, olvidarme, nadar. No tengo ganas de más.