27 mar 2008

Arte


Nunca me han gustado esas novelas en las que el novelista se mira en el espejo y se centra en sí mismo, con un narrador en primera persona, como si fuera el ombligo del mundo. La primera persona sólo sirve para describir, desde el único punto de vista del que disponemos, el mundo que nos rodea. El estrañamiento es, por tanto, imprescindible. ¿Cómo no extrañarse con todo, con cada una de las imágenes que nos permitimos apreciar cada día? No sólo por lo asombroso de la naturaleza, increible, devastadora, maravillosa, sino por la gente, seres extraños que nos rodean. Miro a mi alrededor y veo caras conocidas: ahí está Rafa, como cada día, abriendo su librería, con una sonrisa, Claudia, en su estudio pintando con música de bossa esos estupendos abstractos llenos de luz, color y alegría mediterránea, esta mi gato, maullando como fingiendo que no sabe hablar, esta Jordi, mirando el infinito en la terraza. Por un momento los siento cercanos, como parte de mí, como si les conociera realmente, sabiendo lo que me van a decir, son previsibles porque les conozco, conozco sus hábitos. Y en su segundo los reconozco como extraños, qué decirles, qué esperar sin están tan lejos, si la muerte y la soledad nos separa siglos... Y sé que ellos me leen con interés y que a veces les desagradan mis palabras porque no son lo que esperaban. Y así actuamos cada día, bajo la presión de lo que se espera de nosotros, muertos de hastío y abulia, muertos en vida, esperanbo lo imprevisible y con miedo a provocar cambios.

¿El arte nos hace libres?

18 mar 2008

Efímero

La felicidad es un sentimiento efímero, volátil. Hoy siento todo el peso de la tristeza sobre mis hombros. Hoy he visto como un motorista perdía el control antes de llegar a una rotonda y se mataba sobre la acera. Hoy comienza a llover, pero la gente no para de sonreir disfrutando sus vacaciones de Semana Santa. Hoy es un día para quedarme en casa, no ver a nadie, hablar con mi gato y leer a Vila Matas y su obsesión por la literatura del No. Es posible que termine padeciendo el Síndrome Baterbly. Ya sufro el Mal de Montano.
Debería dejar de leer para poder vivir.

17 mar 2008

Pautas

Cuando comienzo una novela, como cuando comienzo una relación, me creo una calma en que los días pasan sin nada más que me llame la atención que aquello en lo que enfoco toda mi energía. De vez en cuando bajo a la librería de Rafa, charlo un poco con él, comparto las noticias, las crisis electorales y los rumores del barrio; mantengo mi rutina de desayunar en el bar de siempre, para obligarme a salir de casa y pasear un poco, es lo malo de tener gato en vez de perro, excepto los días en que Jordi no tiene que madrugar, cuando podemos entretenemos entre las sábanas y me prepara el desayuno.
La nueva novela está, de nuevo, atascada. En cada ocasión me sucede lo mismo: tengo una historia que contar que me parece pueda resultar interesante, escribo del tirón varias parrafadas y al final me he vaciado en cuatro páginas. Todo sucede muy rápido, los personajes desaparecen y aparecen sin ton ni son y sin embargo la historia esta ahí, sé que al final saldrá una novela de estas cuatro páginas, sólo tengo que quedarme mirándolas el suficiente tiempo como para que una de las frases me de la pauta y desde ahí desglosarlo todo, capítulo por capítulo.
Así que esta tarde recorro Madriz con el portatil esperando encontrar un lugar con wifi donde pueda sentarme y escribir desde otro punto de vista que no sea el escritorio de mi casa.
A veces eso me ayuda.

12 mar 2008

Momentos

Disfruto de mis momentos de soledad con una alegría inesperada. La primavera la siento tan cerca que parece que el verano ya está aquí. Paseo por las calles con mi coche recién lavado por barrios que no recorría desde no sé cuándo. Me quedo sola delante del portátil y me entretengo en ordenar mis carpetas de música recién bajada. El gato ha dejado de estar sobre mis piernas para mirar, descarado, a la gente que pasea por la calle al sol. Mi mira de reojo para segurarse de que todo sigue en su sitio, de que la quietud de la tarde no trastoca sus planes y sólo baja para calmarse la sed y lamerse. Suena música brasileira mientras escribo.
Las doce en el reloj y parece que la felicidad es esto.