25 dic 2008

Al despertar

Cada mañana se levanta a la misma hora, suena el despertador, se despereza, su gato se la queda mirando y lanza un maullido exigiendo el desayuno mientras con una pata roza su rostro. Levanta la persiana y disfruta por un segundo de las vistas, la ciudad, el cielo de un azul oscuro, la plaza, el parque al fondo. Los días de sol ni siquiera necesita encender la luz del baño, aunque éste no disponga de ventana. Enciende el calentador, da de comer al gato, enciende la radio. Deja de correr un poco de agua en una palangana antes de ducharse. Primero el champú, luego el gel, suavizante, depilarse toda enjabonada. Una toalla alcuerpo, otra más pequeña a la cabeza y el gato subido a la taza del váter esperando unos mimos. Se la queda mirando, tuerce el gesto, maulla. A veces se incorpora sobre sus patas traseras buscando a la dueña. Antes de comenzar las caricias está ronroneando. Le acaricia sentada sobre la cama, elige qué vestir, o sobre el brazo del sillón mientras suena un tema interesante. Lo deja en el suelo, las toallas en sus respectivos lugares, se aplica loción corporal, desodorante, crema hidratante en la cara, se viste. Desayuna, un té con leche o leche con cereales, según la ocasión. Se cepilla los dientes, se seca el pelo, se termina de arreglar frente al espejo, escogiendo unos pendientes, un anillo, quizá un collar. Cambia le cambia el agua al animalillo y limpia el arenero. Cierra con cuidado la bolsa de basura. Antes de cerrar la puerta de la calle lo ve tumbado sobre una silla, aquella en la que esté dando el sol. Es un gato-lagarto, otras un gato-perro. Hay días que deja la radio encendida para que no note su falta. Aquel día la apagó.
En ocasiones ser soltera es como un matrimonio envenjecido.

23 nov 2008

Palabras


Las palabras no son inocentes. Ojete Calor tiene una canción de frases que no valen nada, de frases inócuas y es cierto que con el exceso de uso las palabras pierden contenido, no tienen la misma fuerza expresiva "cosa" que "guerra".
Las palabras no son inocentes. Lakoff nos analiza los marcos ideológicos que algunos sintagamas cargan en sí mismos. Los contenedores de pensamiento, las fundaciones de los partidos políticos, se encargan de crear estos sintagmas para convencernos, para habituarnos a pensar de la manera que a ellos les conviene para aprovar una ley sin demasiadas trabas. Hemos aprendido mucho desde que en la II República se salió a las calles para evitar que los cementerios los gestionasen los ayuntamientos, así que antes de quitar más poder a la iglesia primero hay que hacer una batalla de concienciación ciudadana. Y desde luego también se está haciendo un trabajo eentusiasta por parte de los medios de comunicación para que nos resulte aceptable la eutanasia, incluso imprescindible. Uno de los sintagmas que más rápidamente han calado en nuestro vocabulario contemporáneo y que esconde todo un sistema económico es "carga fiscal". Es imposible dejar de pensar en un elefante con ese sintagma.
El lenguaje no es en absoluto inocente, y por eso discutimos la otra noche en casa de Al, cenando unos cuantos amigos, sobre si el lenguaje es sexista o no. La frase que no vale nada fue "el lenguaje es de todos, por lo que no es sexista". Pero nos olvidamos de que el lenguaje se crea continuamente, que se puede introducir un término como "kinkonada", que se popularice y que termine formando parte de nuestro léxico. El lenguaje tiene términos como "mulato" que viene de mula y que en un principio fue bastante más racista de lo que somos conscientes hoy.
El lenguaje no puede ser inocente cuando nosotros tampoco lo somos.

21 jul 2008

Extrañamiento

Vivo una vida que no me pertenece, un tiempo que no es el mío, mi cuerpo me resulta ajeno cuando lo observo frente al espejo. Hay quien llama extrañamiento a esa sensación de sentirte fuera, todo el tiempo, enmascarada en cada situación vivida. Hay quien lo llamó esperpento, grotesco. Hay quien simplemente lo llama hipocresía y otros lo maquillan de buena educación. A mí me parece un tema complejo.

6 jul 2008

Obsesión

Mi amor por la literatura, sin la menor duda, viene de una carencia afectiva en la niñez. No tengo la menor duda. Mi madre me enseñó a leer con cuatro años para que no molestase, y, aunque ella ni se lo imagine, ha sido el mejor regalo que me han hecho en vida. Mi amor, mi obsesión casi enfermiza por los libros, me ha llevado a pensar todo mi mundo como si una novela se tratara y analizo compulsivamente cada conversación con un análisis sacado de mis clases de teoría literaria. Que una amiga se case me lleva irremediablemente a contemporizar a la Wolf y qué significa tener un cuarto propio en la actualidad en nuestro país, lo que, casi, se ha convertido en un ensayo dentro de mi diario que podría salir a la luz si mi editor se termina enterando. Me lleva a analizar mi propio pensamiento analítico y las razones por las que yo misma huyo de cualquier compromiso, por qué prefiero la soledad de la noche del domingo ante mi portátil mientras suena Sonny Rollins en mi equipo de música a una pobre cita en la que un tipo aburrido intenta por todos los medios echarme un polvo. No me gustan los polvos en las primeras citas, estadísticamente son promesas de mal sexo. Así que mis citas acaban como empezaron, en mi casa leyendo, sola.

Mi obsesión literaria me lleva a fantasear en lo buena editora que podría llegar a ser, en lo que de intuición tiene apostar por un autor desconocido y que resulte que es excelente, como si de un nuevo Barral me tratase a mí misma. Mi propia ficción me lleva a imaginar que mi próxima novela me consagrará como una autora inteligente, sagaz, que reúne en su prosa tradición y vanguardia abriendo las puertas a una nueva forma de narrar, lo que todos están esperando, llenando así mi vanidad de escritora.

La noche ya es cerrada, termino estas líneas y busco un dvd para ver, mientras mi gato se acurruca en la terraza, buscando un poco de brisa. ¿Puede lo enfermizo hacernos felices?

11 jun 2008

Mudanza

Las mudanzas son una buena fuente literaria. Un amigo, un poco boquerón él, describe en su diario un par de anécdotas sobre su búsqueda de piso en N. Y. Me temo que no puedo ofrecer nada tan exótico. Me comformo con mi viejo Madriz. Y con algo tan simple como que un amigo de mi hermano se muda y deja su piso en el centro de la ciudad libre y para alquilar. Mi oportunidad de cambiar de aires, de quemar una etapa, cómo decir que no a un ático, con unas vistas increibles de la ciudad y tirado de precio, gracias a esta maravillosa crisis de la que todo el mundo habla pero que afrontamos con una estoicidad la mar de hispánica.
Las mudanzas me parecen realmente literarias, el viajar para buscar un lugar en el mundo, cambiar de espacio como símbolo del fin de una etapa. Podemos convertir un simple cambio de objetos en una metáfora con grandes significados semióticos.
La vida cotidiana es una gran fuente de literatura. Cada día me gusta más esta ciudad y estas letras que me rodean.

10 may 2008

Síntomas del Mal de Montano

Todos los días barro mi casa para limpiarla de pelos del gato, unos antes de desayunar y otros según llego a casa del trabajo. Suelo usar una de esas mopas a la que cambias el papel de la base cada vez. Y suelo usar papel ecológico, por aquello de hacer entre todos un poquito. Pero hoy se han acabado y no había comprado más. He tenido que volver a la escoba de siempre, esa de palo con cepillo, que levanta más polvo del que limpias. Y, sin querer, me he puesto a barrer baldosa por baldosa, una a una y por orden, primero una fila y luego otra. Por supuesto he llegado tarde al trabajo. Menos mal que no he visto ningún hombre de gris. Creo que todavía no me han robado nada de mi tiempo.

28 abr 2008

Geranios

Mira por su balcón y se concentra en su geranio, que se balancea con la brisa de abril. Desde que lo compró hace un par de meses has desaparecido las flores, se ha roto el tallo y ha vuelto a plantarlo, como un esqueje nuevo. Sale el sol entre las nubes y alumbra, levemente, su hoja más alta. Sigue vivo, medio muerto, resistiendo. Candela se pregunta qué carajo hace para que se le mueran todas las plantas. Ha puesto una piña seca, para decorar un poco. Queda un poco otoñal, para lo adelantada que está la primavera. Ha terminado de barrer y recoger un poco los pelos del gato. Fuera la gente pasea, sonríe, vive, se apresura para no llegar tarde. Se sienta en su sillón negro, su sillón de lectura, con el Fredydurke entre las manos. Hace algún tiempo que se lo regalaron y ya tenía ganas de hincarle el diente. Piensa que necesita rosas para su florero. En su equipo de música suena un cantautor norteamericano. Siempre sonando música en su casa, como si tuviera miedo al silencio, a lo que pueda decir.

4 abr 2008

Melinda o Melinda

He oído a Espiro Freire decir que a la hora de escribir los problemas estructurales que se le plantean vienen del tiempo, fundamentalmente. He de reconocer que mi simplicidad me lleva a plantearme si lo que quiero escribir será dramático o cómico. Supongo que influido por el hecho de ser de la generación del cine y la televisión. Se me ocurre un personaje que puede funcionar en la historia: un joven universitario obsesionado por el éxito dedica cuatro tardes cada semana a ir al gym, se ha comprado el último modelo de un coche que no puede pagar y sus novias deben ser modelos, como poco. Puedo convertirlo en una crítica de los superficial que es esta sociedad, que busca en la imagen y el dinero la felicidad o puedo convertirlo en alguien ridículo, gracioso, con situaciones embarazosas, liadas y divertidas. O puedo hacerle sufrir en silencio su infidelidad y su soledad, con la presión del éxito, tan falso como el suyo, de aquellos que les rodean.
Ese es mi primer escollo.
Se lo cuento a Rafa esta mañana y se ríe: "No, tu problema es cómo dejar de escribir de ti y de tu mundo. Conoces demasiada gente así como para que alguien no se sienta identificado. Ese es tu primer escollo."
Me sigo preguntando, entonces, ¿he de aislarme tanto para crear?

27 mar 2008

Arte


Nunca me han gustado esas novelas en las que el novelista se mira en el espejo y se centra en sí mismo, con un narrador en primera persona, como si fuera el ombligo del mundo. La primera persona sólo sirve para describir, desde el único punto de vista del que disponemos, el mundo que nos rodea. El estrañamiento es, por tanto, imprescindible. ¿Cómo no extrañarse con todo, con cada una de las imágenes que nos permitimos apreciar cada día? No sólo por lo asombroso de la naturaleza, increible, devastadora, maravillosa, sino por la gente, seres extraños que nos rodean. Miro a mi alrededor y veo caras conocidas: ahí está Rafa, como cada día, abriendo su librería, con una sonrisa, Claudia, en su estudio pintando con música de bossa esos estupendos abstractos llenos de luz, color y alegría mediterránea, esta mi gato, maullando como fingiendo que no sabe hablar, esta Jordi, mirando el infinito en la terraza. Por un momento los siento cercanos, como parte de mí, como si les conociera realmente, sabiendo lo que me van a decir, son previsibles porque les conozco, conozco sus hábitos. Y en su segundo los reconozco como extraños, qué decirles, qué esperar sin están tan lejos, si la muerte y la soledad nos separa siglos... Y sé que ellos me leen con interés y que a veces les desagradan mis palabras porque no son lo que esperaban. Y así actuamos cada día, bajo la presión de lo que se espera de nosotros, muertos de hastío y abulia, muertos en vida, esperanbo lo imprevisible y con miedo a provocar cambios.

¿El arte nos hace libres?

18 mar 2008

Efímero

La felicidad es un sentimiento efímero, volátil. Hoy siento todo el peso de la tristeza sobre mis hombros. Hoy he visto como un motorista perdía el control antes de llegar a una rotonda y se mataba sobre la acera. Hoy comienza a llover, pero la gente no para de sonreir disfrutando sus vacaciones de Semana Santa. Hoy es un día para quedarme en casa, no ver a nadie, hablar con mi gato y leer a Vila Matas y su obsesión por la literatura del No. Es posible que termine padeciendo el Síndrome Baterbly. Ya sufro el Mal de Montano.
Debería dejar de leer para poder vivir.

17 mar 2008

Pautas

Cuando comienzo una novela, como cuando comienzo una relación, me creo una calma en que los días pasan sin nada más que me llame la atención que aquello en lo que enfoco toda mi energía. De vez en cuando bajo a la librería de Rafa, charlo un poco con él, comparto las noticias, las crisis electorales y los rumores del barrio; mantengo mi rutina de desayunar en el bar de siempre, para obligarme a salir de casa y pasear un poco, es lo malo de tener gato en vez de perro, excepto los días en que Jordi no tiene que madrugar, cuando podemos entretenemos entre las sábanas y me prepara el desayuno.
La nueva novela está, de nuevo, atascada. En cada ocasión me sucede lo mismo: tengo una historia que contar que me parece pueda resultar interesante, escribo del tirón varias parrafadas y al final me he vaciado en cuatro páginas. Todo sucede muy rápido, los personajes desaparecen y aparecen sin ton ni son y sin embargo la historia esta ahí, sé que al final saldrá una novela de estas cuatro páginas, sólo tengo que quedarme mirándolas el suficiente tiempo como para que una de las frases me de la pauta y desde ahí desglosarlo todo, capítulo por capítulo.
Así que esta tarde recorro Madriz con el portatil esperando encontrar un lugar con wifi donde pueda sentarme y escribir desde otro punto de vista que no sea el escritorio de mi casa.
A veces eso me ayuda.

12 mar 2008

Momentos

Disfruto de mis momentos de soledad con una alegría inesperada. La primavera la siento tan cerca que parece que el verano ya está aquí. Paseo por las calles con mi coche recién lavado por barrios que no recorría desde no sé cuándo. Me quedo sola delante del portátil y me entretengo en ordenar mis carpetas de música recién bajada. El gato ha dejado de estar sobre mis piernas para mirar, descarado, a la gente que pasea por la calle al sol. Mi mira de reojo para segurarse de que todo sigue en su sitio, de que la quietud de la tarde no trastoca sus planes y sólo baja para calmarse la sed y lamerse. Suena música brasileira mientras escribo.
Las doce en el reloj y parece que la felicidad es esto.

15 ene 2008

Si

Por lo que se ve me preocupo demasiado. Me desvela la incertidumbre del futuro, si seguiré aquí mucho más tiempo o me mudaré la semana que viene, tan sólo depende de una conversación de poco más de media hora. Si envejeceré al lado de este hombre que me fascina, me seduce y me cuida. Si mis decisiones son las más acertadas, las óptimas. Si la vida me puede en un pulso que sé de antemano imposible de ganar. Me desvelan las posibilidades, las probabilidades, los enfrentamientos, las deudas pendientes, los enemigos al margen del camino, los que creas con intención y los que brotan inesperados, los rencores acumulados, la negatividad, que se refleja en cada esquina que tuerzo, en cada telediario que veo mientras ceno, en cada discusión vecinal. Me atormentan cosas sin importancia, como qué palabra será la más adecuada para expresar esta idea, y no otra. Sé que esta duda no cura el cáncer, ni salva vidas, ni quiebra o levanta empresas y sin embargo parece que pongo mi vida en ello, mi sueño, mi hambre, mi deseo. Hay quien me dice que sufro exceso de pasión para todo. Hay quien lo considera una estupidez. A mí sólo me queda esperar a la primavera

5 ene 2008

Teoría del atropello del autobús

Esta mañana amanecí con el pelo revuelto, como cada mañana. Me costó levantarme cinco minutos de remolonear entre las sábanas, echar a mi gato, que me hacía cosquillas en la cara con sus bigotes, y aclimatarme al frío de la habitación, ese espacio infinito que hay más allá del calor de las sábanas en invierno. Analicé detenidamente las ojeras de mi cara, como si al mirarlas fijamente fueran a desaparecer. Escuché el pitido de la tetera y a Jordi gritando "¡El tren!", como tiene por costumbre. Le hace gracia asustar a mi gato, creo. Me acerco a él, que ya tiene las tostadas preparadas, y pienso que ese pequeño reducto de cotidianidad podría ser la felicidad. Le abrazo con fuerza y no pienso en el pequeño bulto que me ha salido en un pecho. Disfruto de ese abrazo como si fuera el último. Por si acaso.