20 dic 2007

Placeres

2.- Comer cuando se tiene hambre. Y cuando el cocinero tiene don. Mi plato favorito: las lentejas de mi abuela

3.- Dormir cuando se tiene sueño. A lo que sumo que me abracen toda la noche mientras duermo unos brazos fuertes de hombretón apasionado.

4.- Escuchar a Arcade Fire en directo.

5.- Leer enfrente de la chimenea, con mi gato durmiendo sobre mis piernas. Y si es posible, en la ventana desde la que se ve el Mediterráneo.

18 dic 2007

Diestro

Mi gato es diestro. Usa su pata derecha para beber, ya sea en un vaso o en su fuente. No sé por qué prefiere usar la pata a meter el hocico, como he visto que hacen otros. Creo que es por ser tan presumido, debe de pensar que le da un aire más aristocrático. Me pregunto si usa la misma pata para esconder su caca en la arena...

11 dic 2007

Amigos

Todos conocemos los defectos de nuestros amigos, y quizás por eso los queremos. La cuestión es qué defectos permitimos y cuáles hacen que un amigo deje de serlo, en qué momento nuestro cariño y paciencia se convierten en tirria. Un año más nos dicen que la Navidad debe de ser tiempo de paz. Un año más nos intentan vender una moto, como con las olimpiadas, que al final traducimos en puro consumismo y mercantilismo. A mí me da por encerrarme a leer, a ver pelis y a salir con Jordi, que últimamente no paramos en casa, de tantas ganas que tenemos de estar juntos, o por lo menos yo, que ya era mucho esperar lo que he esperado. Rafa sigue ñoño con su chica, tanto que se me hace insoportable hablar con él. Me mira y se ríe y me dice con cara bobo, "Tú sí que sabes lo que es estar enamorado" y le miro y me pregunto si vivimos en mundos paralelos, porque no, no creo que me ponga tan ñoña por estar agusto con alguien. Y eso que me considero una mujer apasionada. Pero no ñoña. Y es que estas fechas pareen propicias para las ñoñerías, que no me parecen amor verdadero, me parece baboso. No me imagino diciendo a Rafa, "mataría por ti, me volvería una bestia si veo que alguien se me te contigo". Más bien me le imagino suplicando clemencia por amor, que el La princesa prometida queda muy mono, pero parece poco fiable.
Jordi quiere que me vaya con él a pasar las navidades a su pueblo. Y quizá vaya, aprenderé catalán y comeré butifarra, o lo que coman en su pueblo. Que las navidades en Madriz se me hacen muy pesadas.

28 nov 2007

Despistes

Reconozco que soy olvidadiza, y que he olvidado llamarle por su cumpleaños. Se me pasa, sin querer, el turno de fregar la escalera. En cada ocasión pienso que debería contratar a alguien que lo haga por mí, me da tanta pereza. Olvido por varios días devolver las películas al videoclub, o algún libro de la biblioteca termina echando polvo en la esquina de mi escritorio porque cuando lo veo ya es de noche y al día siguiente no me lo cruzo antes de salir de casa. Mi gato me recuerda cada mañana que le ponga de comer, e incluso me despierta, por si acaso. Me pongo a chatear mientras se hace el pollo, hasta que huelo a quemado. No sé cuantas veces he salido tarde buscando las llaves de casa y algunas veces, incluso, he tenido que llamar a algún familiar con copia para que me abra porque ni siquiera me di cuenta de cerrarla. He tenido que lavar varias veces la misma ropa porque me ha llegado a coger olor a humedad después de pasar varios días en remojo dentro de la lavadora. Se me pasa ver mi serie favorita si me entretengo leyendo, o acariciando al gato.
Nunca se me olvidará tu cara, tu olor, y la fuerza con que tu mano cogió la mía en el momento justo antes de morir. Nunca

1 nov 2007

Visitando Madriz


Me he pasado el día nerviosa, pensando en cómo enseñar mi Madriz a Jordi. Ha estado un año del trabajo a casa y de casa al trabajo, y sus fines de semana, sus puentes, sus fiestas, yendo al pueblo a ver a su familia. Ahora que estamos juntos quiere que le enseñe la ciudad que amo. Programo cada minuto que vamos a pasar juntos sabiendo que luego cualquier parecido con la realidad será mera coincidencia. Asumir eso ya me parece un logro. Es como superar parte de la neurótica que llevamos dentro. No enfadarse porque lo planeado se interrumpe, no enfadarse porque parece que todo el trabajo elaborado se va al traste por la opinión de otra persona, como si cambiar de opinión en el último momento supusiese una traición, en un confuso ataque de celos sin fundamento.
Iremos a ver la ampliación del Prado una mañana, y es una pena que no nos podamos colar de noche esta vez para que el fantasma de mi amigo Eusebio le enseñe el museo como es debido. El caso es que hace mucho que no hablo con él, y seguro que con el jaleo de las obras y de la inauguración se habrá escondido en algún recoveco del sótano. Había pensado en mandar a mi gato para que le buscase y le pidiese el favor, pero Hamlet, mi gato, se vuelve perezoso con la llegada del frío y no hay manera de hacerle salir de casa. El caso es que Eusebio se lleva muy bien con él y es bastante huraño para pedirle una visita privada, porque si nos pillan se le cae el pelo. A mí me parecía una idea romántica, lo de poder visitar el museo de noche, quizá un poco de película, por eso también me da corte, no me gusta parecer tan ñoña como debo de ser en realidad. Así que decido dejar en paz a Eu y hacerle un guiño cunado vea Las Meninas, tal y como a él le gusta, una pequeña alusión, en claro homenaje a su persona, aquel individuo que salvo el cuadro de un robo a principio de siglo, lo que le costó la vida y que, tristemente, relacionaron con los ladrones y con un posible ajuste de cuentas en vez de con la verdad, que, igual que los ladrones, él conocía la forma de colarse de noche y que le gustaba pasear por sus salas él sólo, sin aglomeraciones ni turistas japoneses. No hubo manera de demostrar que no estaba allí como cómplice, el sistema judicial a principio de siglo era algo caótico.
Pasearemos por el Madriz de los Austrias, escucharemos jazz en el Populart, quizá una noche de cuentacuentos en Libertad 8, después de una cena en La panza es lo primero. Una vuelta por el Retiro para acabar visitando la escalinata de la Biblioteca Naciona, sus jardines. Miraremos bajos en el Leturiaga de Callao y después tomaremos algo en algún café de la Calle Ruiz. Una cena en el sushi bar de Gran Vía y una copa en la Sala el Sol, o en el Fotomatón, con todos, aunque eso sea lo menos novedoso, porque al final e slo que siempre hacemos los viernes. Un concierto en Plaza de España, de Gogol Bordello, por ejemplo, y una comida en el Rodicio de Sainz de Baranda. Le llevaré a alguna librería de viejo, la Baroja en Fuencarral o una de novedades, La Central en el Reina Sofía. El domingo la obligada visita a El Rastro y el consiguiente aperitivo en La latina.
Madriz es tan bonito en otoño…

31 oct 2007

Ser escritor

No paro de pensar en mis defectos, mis virtudes, mi forma de relacionarme con el mundo. Y me angustio, sin quererlo, claro, por casi todo. Me desespero cada uno de los minutos que no pasamos juntos. Y termino por salir corriendo si escucho de sus labios que está enamorado. "Pasamos demasiado tiempo juntos" me oigo decir de lejos, "los dos sabemos que así no podemos estar", qué sensata y qué poco creíble. Me da por pensar que algo tan bueno no puede durar mucho, que lo que llevaba meses deseando es demasiado bueno, demasiado perfecto, tal y como me había imaginado. Me quedo dormida mientras suena I´m gonna break your heart de Wilco. Y el mal de Montano me invade y se me ocurre escribir otra novela, aunque no se publique, sobre lo que está pasando, pero también sobre cómo es posible que hayamos coincidido de esta manera, qué viajes hemos recorrido los dos hasta lllegar a este punto, un lugar en el mundo que no tiene por qué ser el definitivo, pero que ahora es el nuestro.
Intento explicarle que mi mirada es distinta, creo, que no es como las demás, que mi mundo es más complejo, lleno de fantasmas, de fantasías y de cosas que en realidad no ocurren, pero existen, porque habitan en mí, y las escribo, y se convierten en historias, y por tanto las convierto en realidad, como el escultor del Golem, como algo maligno que te atrapa y del que no puedes escapar.
A veces pienso que ser escritor es una maldición.

30 oct 2007

Incontrolada

Vengo corriendo a sentarme delante del ordenador a escribir, a ordenar todas las ideas que se me agolpan, una tras otra, creando frases. Escribir me ayuda a poseer lo que me ocurre, que no simplemente pase, porque ando incontrolada, y no sé si hormonal o el buen tiempo que aparece después de la tormenta. A veces se me olvida ponerme mi escudo y lo dejo caer, y es entonces que miro tus ojos y me quema el pecho, y el deseo crece y no puedo pensar en nada más, ni comprender el mundo, ni las obligaciones, ni acordarme de las personas que dependen de mí. Miro tus ojos y me sumerjo en las arrugas de tu cara para perderme en ellas y no volver a ser yo, ni acordarme de cómo era cuando era yo misma, me abandono en tus brazos y sólo pienso en cómo puedo hacerte feliz. Y a veces es tan sencillo como dejarte en paz, dejarte hacer tu vida. ¿Será un defecto femenino? Cuánto esfuerzo tengo que hacer para salir de tu cama y correr. No he de mirar atrás, olvidaré mi pasado por ti, seré nueva, seré única, la primera y la última, lo que todas deseamos. Olvidaré todas y cada una de las chicas que me has presentado, con las que he cenado cuando éramos sólo amigos, me comeré los celos y me haré la fuerte. Jordi, el de el piso de abajo, duerme conmigo cada noche, me abraza en sueños y murmura poemas en inglés. por fin está aquí y lo único que puedo sentir es miedo a que me haga daño, miedo a hacerle daño yo.
No quiero convertirme en todo aquello que detesto. No sé si me gusta estar enamorada. Sería genial poder controlar mi vida, aunque sé que no es así. ¿Cómo se apaña Rafa para ser tan feliz?

26 oct 2007

Un ruido

Comenzó hace un par de semanas. Volví de un viaje, cansada, deshice la maleta y me eché a la cama como último refugio, como la casa añorada, como por fin. Y sonó en la oscuridad, sin saber muy bien dónde, pero con un sonido nítido, electrónico, intermitente y finito. Sonó como una alarma de un reloj digital dando la hora. El problema es que no uso reloj. No sólo, es que tampoco tengo. Y no era la alarma de mi móvil. Desde ese día ha sonado, dependiendo de la noche, siempre cuando ya andaba a oscuras y en mi cama, sintiéndome indefensa, sin las gafas, vislumbrando sombras y sin determinar de dónde procede. Por un instante pensé que sería el portátil del salón, aunque el martes siguiente hubiese jurado que sonaba frente a mí, en el espacio que habita entre la cama y el armario, donde no vi más que aire. Desde el martes antes de acostarme apago el portátil, por si acaso. Pero volvió a sonar el jueves y el posterior domingo. Este último día me armé de valor, encendí la luz, miré la hora, me levanté y fui hasta el salón, allí me pareció que fue el ruido, y mis gatos apuntaban sus orejas hacia aquella dirección. Todo parecía normal en la oscuridad. Al encender la luz todo siguió en su sitio, la tele apagada, la cadena de música también, ninguna luz parpadeaba, nada que fuera eléctrico se encendió de repente. Todo permaneció calmo.
Anoche volvío a sonar, a la misma hora, las doce y media de la noche. Esta vez sonó junto a la ventana, en mi dormitorio. No es mi móvil, no es el portátil, no tengo reloj y el sonido es siempre el mismo.

21 oct 2007

Pasión

La soledad del domingo por la tarde termina resultando insoportable. Gracias a que las canciones de Radiohead son lo suficientemente melancólicas para canalizar toda la sal que llevo dentro. Estoy pensando que mi gato me mira con pena, a veces me dice que todas mi decisiones son equivocadas. A veces pienso que me dice lo que ya sé. Es una pena no tener dos oportunidades o saber elegir mejor. Mi gato me mira y se pone a leer el periódico. Yo me propongo terminar de escribir mi novela antes de fin de año, como siempre me propongo y mi gato me mira escéptico. Le miro y le digo lo de siempre: escribir me ayuda a seguir respirando, es mi vida, es mi pasión, lo es todo.
Parecemos una pareja de viejos repitiéndonos lo que ya sabemos

19 oct 2007

De coches y gatos


Anoche ví un gato recién atropellado. Aún respiraba, pero con la boca llena de sangre. Hacía un ruido raro, como ahogándose en su propia sangre, como si lentamente se le fueran inundando los pulmones y cada vez le costase más llenarlos de aire. Alguien le había atropellado y no había sido capaz de parar para comprobar los daños. No era un adulto siquiera, seis meses, muy poquita cosa. Cuando le cogí en una toalla que llevaba en mi coche le noté temblar. No se me ocurrió nada mejor que arrojarlo al mar, con lo poco que le gusta a los gatos.

Esta mañana un gato negro yacía en el centro de la carretera, inerte, supongo que muerto. No he sido capaz de parar para comprobar los daños, demasiado tráfico, demasiada prisa.

Me preocupa encontrame tanto gato muerto en tan poco tiempo. Mis gatos, negros, aquí y ahora. Es raro, supongo que todo se acaba, incluso eso.

30 sept 2007

Mi gato

Esta es la cara que pone mi gato cuando le cuento alguna de las conversaciones que mantengo al cabo del día. Sí, soy de esas solteronas que terminan hablando con mi gato y diciendo "no va y me contesta que...". Pero mi gato es madrileño, y claro, de esta fauna particular que no es capaz de mantener el hocico cerrado. Y me pone esta cara y me termina diciendo "pero, ¿qué me estás contando? ¿todavía hay gente así?" Pues sí, la hay, y a patadas. Gente que escribe a Javier Marias increpándole por algo que ha escrito Reverte y que no les puedo negar la razón que tienen: las mujeres ya no tienen clase. Puede que alguna tenga dinero, pero lo que se dice clase yo sólo se lo concedo a dos o tres y tengo que hacer memoria. Me dejó impresionada conocer a Josefina Aldecoa en una presentación de un libro. Esa mujer sí que sabe caminar con la barbilla bien alta. Y tiene las ideas más que claras. Con dos huevos bien puestos nos dijo que tener hijos, hoy en día y en este país, no dejaba de ser una tara profesional, en una época donde se termina dando la vuelta a la tortilla para mantenernos en el mismo sitio de siempre. Me llevo las manos a la cabeza cada vez que oigo de una mujer que no es feminista sino femenina, como si reclamar un salario igualitario y los mismo derechos en todos los ámbitos los prohibise su religión. Aquí es cuando mi gato me dice que en algunos casos así es. Y me sigo llevando las manos a la cabeza cuando oigo aquello de que tener un hijo es algo que nos permite la naturaleza y que el hombre no puede hacer, por lo que debemos hacerlo. Y mi gato contesta "o no" y se queda tan pancho. Él se mostró totalmente de acuerdo con el Rey del reino de Redonda y del Capitán corsario. También puede ser que nobleza obligue, o que los machos se apoyen entre ellos, pero en este caso me declino por darles la razón a pesar de que esa falsa solidaridad femenina me obligase a contradecirles.
Es cierto que mi gato se escapa de vez en cuando para darse paseos por ese Madriz que intuyo y del que conozco sólo retazos. Sé que es muy amigo del portero del árbol del Retiro y de algún otro de baja estofa, que roban por la noche y se corren alguna juerga en la Moncloa como buen dandi del extraradio. Pero no se lo recrimino, cada uno es libre de cometer los errores que buenamente pueda y de aprender de ellos. Eso es algo que decía mi abuela, que era una mujer sabia. Lo que sí le he prohibido es colgarse del teléfono, pero porque la factura la pago yo.

22 sept 2007

Azar


Hay algo mágico en tropezar con un desconocido. Puede ocurrir que huela mal, y sea un mal educado y sepas que nunca, en ningún momento será nada en tu vida. Pero puede ocurrir que vuestros hombros choquen, por azar, en la puerta de una gran librería. Tú, porque ibas ensimismada, con los cascos del ipod puestos, atenta a qué carajo dice Manu que no se le entiende bien en esa canción que te gusta tanto. Él porque va charlando alegremente, o quizá discute de forma apasionada, con un amigo. Y en ese choque se cruzan vuestras miradas, por un segundo, y te das cuenta de que te gustan sus pequeños ojos de miope, detrás de unas pequeñas gafas negras de metal, que te gusta cómo huele, y el tono de su voz al decir “disculpa”. Se aleja y te preguntas qué habrá comprado, le pega que esté leyendo Neverwhere. Así que le miras a través del ojo izquierdo de Edgar, de ese que lo ve todo en blanco y negro, y te enamoras, perdidamente y para siempre, de esa sombra que se aleja, de esos vaqueros caídos y una camiseta negra. Puede ocurrir que él, que ha sentido lo mismo se de media vuelta en el último segundo, buscándote con la mirada, cuando tú lo has dado por perdido y ya te has metido en la librería, desapareciendo de su vida para siempre.
A veces pasa que ese encuentro entre desconocidos se produzca por Internet: un blog literario, un par de fotos, tres frases en las que piensas me podría enamorar de él con sólo olerle. Pero nunca le vas a llegar a oler, nunca vuestras miradas se chocaran en un cruce a destiempo, el abismo es insalvable.
Las historias de amor vistas a través del ojo de Edgar, el que provoca el mal de Montano, ese que lo ve todo en blanco y negro, son maravillosas y eternamente fugaces.

15 sept 2007

La cena de los viernes




El año, definitivamente, comienza en septiembre, no en enero. Es el mes de retomar viejas rutinas, de rescatar a los desaparecidos. De nuevo Jordi vuelve a pasarse después del trabajo por casa para escuchar música hasta la madrugada, comentar libros, nuevos y antiguos, y reirnos de la ingenuidad de la infancia. De nuevo Clau nos invita los viernes por la noche a cenar en su estudio, aunque cada día somos más. Al principio tan sólo Berta, Arancha, Clau y yo nos sentábamos ante una mesa con unos sándwiches, unas cervezas y poco más. Ahora el club va en aumento, con alguna baja esporádica. Un club formado por lo mejor, quizá algo freak, de cada casa: Luis, el chico de Berta desde hace años; Jordi, mi vecino; Rafa, el librero de todas, y su nueva chica argentina y nuestra última adquisición, el más musical de todos, si cabe, Martín. Nos falta Al, que sigue perdido en yonkers en su nuevo trabajo, echándonos de menos y espaciando cada vez más lo mails.


Las normas no inscritas del club son que nadie interroga a nadie; cada uno cuenta lo que le apetece, de su vida o no; nadie juzga a nadie y ante cualquier duda siempre elegir la opción más original o divertida. No sé cómo nos las apañamos que sin quererlo nos pasan cosas curiosas. O quizás sean nuestro ojos que lo ven todo de forma distinata, como si un préstamo del ojo de Edgar se tratara. Yo le sigo echando la culpa a mi mal de Montano. Martín contó su versión de cómo nos conocimos, que se parece sólo a ratos a la mía, para divertimento general, e incluso intentamos reproducir conversaciones con la misma música de fondo, en casa de Clau es sencillo, su colección de cds es casi infinita. Nos contradecimos y nos reimos. Y yo le sigo amenazando con que no publique nada, que lo consideraría alta traición.


Terminamos tomando la última en el Fotomatón, como viene siendo habitual.

14 sept 2007

Encuentros, casualidades, ficciones








Un mes encerrada trabajando y celebro la conclusión de mi novela con más trabajo, comenzando ya El misterio Verónica Perks, lo que espero que sea el contrapunto a Las Punky Prinesess, una novela angustiosa donde no se sabe quién dice la verdad, quién es sincero y quien no, como la vida misma.
Pero no creais que vivo para trabajar, también hago escapadas de vez en cuando. Una de ellas a un concierto de Pop around the world. He de confesar que alguno de mis amigos eligen sus conciertos como de una competición se tratase, "a estos no, son mejores estos otros". Por mi parte intento ir a todo lo que me gusta, a darle placer a mi oído, del que tiendo a pensar que forma parte de mi aparato reproductor puesto que pocos hombres en solitario me han dado más placer que un buen concierto de rock. Va a tener razón el pobre Barthes en aquello del arte como forma de comunicación erótico-festiva.
El concierto fue estupendo, el ambiénte cálido, con poca gente, como suele pasar con los grupos teloneros, porque después tocaban los Wilco. Me lo pasé en grande ocn los dos grupos, creo que llegué a ronronear y todo.

A la mañana siguiente me desperté temprano, no quería pillar demasiada caravana a la entrada de Madriz, incluso los sábados hay atascos, es increible. Y aquí llega lo curioso, a la salida de Barcelona me encuentro el primer atasco, una furgoneta aparacada en el arcén, unos cuantos iconos y a nada menos que a los chicos del grupo con cara de pocos amigos. Vencí mi timidez y puse mi intermitente, paré delante de ellos, me presenté como buenamente pude con mis tartamudeos y mis tropiezos patosos a lo Woody Allen, y me ofrecí a echarles un cable. Ya habían llamado al seguro y estaban esperando a la grúa, pero agradecían el gesto y, si no era mucho abusar, agradecerían aún más que les acercase a Madrid, no fuera que se retrasase mucho el tema.

Una vez en el coche, sonando Ga ga ga ga de Spoon, Martín, sentado en el lugar del copiloto, me volvió a agradecer el detalle.


- ¿De verdad estuviste en Alicante? Fuimos pocos gatos y no me acuerdo de ti.
- Me gusta pasar desapercibida. Pasé unos días en casa de unos amigos en Altea, y me acerqué a escucharos a Alicante y a Valencia, cuando tocásteis con The delgados.
- Y ahora te acercas a Barcelona. Me sorprende que podamos llegar a tener fans así de fieles.
- Es que habéis tocado con los Wilco. Y si hubiese podido, hubiese ido al que hicisteis con Pájaro Sunrise. Ese grupo tiene una de mis canciones del mes.
- Esa frase es muy Hornby, ¿te gusta?
- Bueno, hace años que le leo, y tiene algunas novelas muy buenas y otras no tanto, como todos. Lo que sí es cierto que hay algunas obras que te marcan porque llegan en el momento justo, más allá de su calidad, que en este caso creo indudable. Desde luego una fue el Bug de Dinosaur Junior, al que le siguió inevitablemente el Nevermind de Nirvana. El otro ha sido Alta fidelidad. Supongo que junto American Phsico. Los considero pilares de una forma cultural determinada, al margen de lo ofical, de las ventas a mansalva y de lo dictado en las universidades como culto. Aunque reconozco que de todo ello picoteo. Crecí en los noventa, así que sí, me gusta.
- ¿Y me has dicho que te llamas Candela? Es un nombre bonito. Poco común en Madriz.
- En realidad es Kandela con K.
- Te llamas igual que una escritora que sigo, tiene un par de cosas publicadas bastante interesantes y dicen que dentro de poco sacará algo nuevo.
- ¿Sí? -Oviamente ese lado vanidoso que todo escritor lleva dentro provocó una - Nunca a publicado fotografías suyas. Es curioso, porque estamos en la época más audiovisual de la historia, y pensaba que la vanidad es uno de los motores del arte.
Touché. ¿Y cómo sabes que va a sacar algo pronto?
- Tengo un amigo que trabaja en Anagrama. Además dentro de los ambientes periodísticos lo sabemos todo.
- Eres periodista...
- Sí, ¿no lo sabías?
- Que me guste cómo tocas el bajo no quiere decir que me interese por tu vida.
- Supongo que es la diferencia entre ser periodista y ser escritora.
- Entonces sabrás que no concedo entrevistas. Tenlo en cuenta porque el viaje a Madrid es largo y no es plan de que me hagas callar. Hablo como una cotorra, por los codos, y lo pasaría fatal.
- No te preocupes, tampoco me apetece terminar en la Rockdeluxe con declaraciones cruzadas sobre odios tan antiguos que nadie se acuerda de dónde salieron.
- Ok, entonces no puedo darte más que la bienvenida al club
- ¿Qué club?- preguntó entre divertido e intrigado.
- El de las Punkitas.




El trayecto siguió entre risas, buena música y Alejo cabeceando en el asiento de atrás.

16 ago 2007

El verano del amor


Rafa ha vuelto de vacaciones. Está más moreno y más gordo. Sus mejillas están sonrojadas por primera vez en su vida. Definitivamente le está sentando bien estar enamorado. Es la primera vez que le veo así, y eso que le conozco desde hace años. Le he visto con muchas mujeres, eso sí. Una vez estuvo con una católica practicante y todos nos preguntamos cómo aguantó sin follar tanto tiempo. Tampoco sé porqué ella cambió de opinión pero sí el motivo de la ruptura: era la tía más sosa que he conocido en la vida, un poco simple, y el centro de todos nuestros cometarios más sarcásticos. En realidad creo que podemos ser insoportables, vistos desde fuera, claro. Una pandilla de sabelotodos (pregunta de Trivial: ¿cuál fue la primera película en la que se vio salir sangre después de un impacto de bala?), una pandilla de freaks (nos juntamos para jugar al Go y discutir sobre la última novela de Palhaniuk), vamos a conciertos de grupos que no se escuchan en la radio y de alguno que ni siquiera ha editado un disco, leemos los periódicos al revés, pero adornamos nuestras casas con flores, velas, inciensos japoneses, tomamos té para desayunar y poseemos por lo menos un animal de compañía para adornar la soledad de nuestras vidas. Parecemos personajes de ficción de tan raros.

Me mira asombrado mis ojeras, de no poder dormir, de quererme escapar de nuevo. Me iré a recorrer España con un mapa de carreteras, sin rumbo, y con el portátil para ir narrándolo. Quiero hacer una bitácora de viajes. Rafa se mete conmigo y me insta a que acabe la novela. Le termino preguntando qué le da su argentina para hacerlo tan feliz: “he encontrado por fin una persona con quien compartir momentos”, me contesta.

Y sigo pensando que no entiendo nada.

9 ago 2007

Con Clau

He estado dándole vueltas a multitud de temas últimamente. Ayer fui a ver a Claudia a su estudio de pintura. Hablamos, reímos, nos escuchamos, criticamos la última exposición del Reina Sofía, el último disco de Sidonie y si “No será otra canción de amor” es una canción de amor o de desamor, si es una ruptura de alguien que todavía la echa de menos, porque sale a buscarla de nuevo por los bares, o la odia, algo malo le ha hecho porque quiere que le devuelva su vida. Planeamos ir juntas a ver a Interpol, y no sabemos si podremos acercarnos a las fiestas de Fuenla para ver a Los Planetas. Su canción del mes, una de Rufus Wainwright, la mía, de Patrick Wolf. Cantamos David y Claudia y comentamos cuál era para cada una el título más curioso de Los Planetas. Me enseñó fotos de sus años universitarios que no había visto aún. Tomamos té frío. Pasamos la tarde juntas, un domingo tonto cualquiera. Llegó su chico, con una pizza recién hecha, cenamos y reímos los tres.

En un momento me los quedé mirando porque es agradable encontrarse como en casa cuando hablas con alguien. Y me pasa así últimamente. Cuando ceno con ella y con su chico, cuando comparto una copa de vino con Jordi, tan amigos ahora, tan confidentes, cuando voy a la librería y es como el salón de mi casa. Me siento adoptada por todos ellos, que me aceptan en sus vidas con naturalidad, como si nos conociésemos de toda la vida cuando a alguno de ellos los acaba de encontrar en el camino. Y ya hacemos planes, nos reímos y celebramos que seguimos vivos.

La vida es así de impredecible, pero hoy sé que un año más estaré aquí, en este Madriz que es tan nuestro y tan de sí mismo.

3 ago 2007

Me atrapan los días


Me atrapan los días. Me dejo llevar y se vacían solos. Jordi va a pasar las Festas de San Lorenç en su pueblo, con la familia. Rafa está con su chica viajando por países remotos. Mi pequeño genio, Héctor, se ha visto obligado a irse de vacaciones contra su voluntad. Berta anda por Bolivia estos días. Al sigue ocupadísimo con la publicación de su nuevo libro y hace siglos que no sé nada de él. Parece que el mundo se detiene, y sin embargo camino por unas calles más llenas que nunca de desconocidos. El próximo fin de semana vendrá Rafa, por fin, que yo estoy deseando escapar también, con la maleta llena de fantasmas, como siempre a algún lugar con playa, sol y humedad, que esté en fiestas o no, sinceramente me da igual.

Me atrapan los días escuchando música nueva que me recuerda a temas antiguos: Devendra Banhart y su versión de Summertime; Patrick Wolf cantando My name is Tristan and I´m alive, con lo que me despierto cada mañana; Cat Power y la dulzura de su voz; Amy Winehouse y su profunda voz de negra setentera; la energía eléctrica de los Rhodius. Escucho tanta música porque no me quiero oír. Mis palabras están llenas de recuerdos y de ilusiones que sé que no se cumplirán. ¿Cómo hacer para dejar de soñar? Algún día tendré que tratarme este mal de Montano que hace que me invente historias en cada esquina: ese beso en la playa al amanecer; una caricia a la cintura, dulce y fuerte a la vez; un concierto multitudinario donde se me invita a participar en una canción, la última, y donde toco como nunca; una llamada telefónica dándome una mala noticia justo antes de servir el postre con la casa llena de amigos; una mano que me ayuda a cerrar un vestido; una canción que me acompaña mientras conduzco…

Me atrapan los libros, los devoro y los vomito: una historia de suicidas con Hornby; una argentina inventada por un polaco; una punky princess que se inventa Madrid a cada esquina; un ensayo sobre elefantes o un debate sobre la guerra; alguien me recomienda el último de Neil Gaiman, buena elección, pienso, y pongo un dibujo de él como fondo de escritorio.

Me devoran las noches, la luna pasa de creciente a llena a menguante. Viene mi periodo y se va.

Estoy un poco más muerta, un poco más llena de vida, un recuerdo más, un suspiro menos.

1 ago 2007

Wolf

Persigo un objetivo inalcanzable. Corro por la Gran Vía sin saber que huyo de lobos, panteras negras, que me persiguen para devorarme. Voy vestida de blanco, de gasa blanca. Corro cuesta abajo hacia Plaza de España y nadie me ayuda, en la acera multitud de hienas se ríen esperando para verme caer. Corro, las panteras me alcanzan, y siguen corriendo a mi lado. Corro, y al final de mi recorrido te veo. Vestido con un traje blanco, entallado, con chaqueta de cuatro botones y mangas de encaje, con tu pelo negro, largo, al viento, sobre la cara, ocultando tus ojos, cayendo sobre tus mejillas, pálidas. Comienza a llover y me esperas. Llueve y me paro junto a ti. El tiempo se para a mi lado. Las hienas dejan de reír, las panteras se paran, los lobos nos miran, serios. Paro y te miro. Estás ahí. Inalcanzable.

31 jul 2007

Un polvo realmente soso

Mis vecinos se han puesto a follar en la ventana. No en el salón y que les viera a través de la ventana. No. Sobre la ventana. Ha sido realmente extraño. Porque, además, en ese preciso momento me ha sonado el móvil, con esa curiosa manía que tengo de andar con él para que realmente sea móvil. Así que me he caminado sin saber lo que me esperaba, asomado un segundo, lo justo para ver cómo el maromo subía la falda de una chica impertérrita, daba un empujón, se metía empezaba a follársela. Me he quedado hipnotizada, claro, como en una película pendiente de ver cómo transcurría la situación. La chica era fría como el hielo, o él la tenía muy pequeña, porque no ha dicho ni esta boca es mía ni sí, Pepe, sí. Ahí ha seguido, observando el tráfico, el atasco, a la gente pasar. Él ha terminado en silencio y se ha ido, sin sonreír, sin la típica cachetada en el culo. Creo que ha sido el polvo más soso que he visto en mi vida. No es que haya visto muchos en directo. Creo que a parte de los míos no había visto uno desde tan cerca. Ahora me extraña menos que las parejas acaben en divorcio. Qué raro están siendo estos días en Madriz.

30 jul 2007

Pellizcos de verano

Las mañanas son todo un ritual en el verano de Madriz. Al sonar el despertador enciendo la radio, Música es tres, antes de meterme a la ducha. Dejo correr el agua sobre mi cuerpo, el sol ya luce alto, la música suena alegre, mi gato maúlla exigiendo mimos mañaneros. Me visto con cualquier cosa, unos vaqueros, una camiseta, unaas sandalias, algo fresquito. Bajo a desayunar a la cafetería de Almu, una mujer de mediana edad, casada y con dos hijos, universitarios y algo despendolados, como todos. Me prepara un zumo de naranja natural y un par de tostadas con mantequilla y mermelada de fresa, aprovecho a leer el periódico y a comentar las noticias con René, que ya se ha aficionado a bajar antes para desayunar allí, conmigo o con algún que otro vecino: hoy la polémica sobre el aborto en clínicas privadas, que si no es que haya objeción de conciencia sino mucho morro y que si los matrimonios gays fueran tan rentables también habría mucho concejal objetor, que si el médico que objeta por la mañana cobra el aborto por la tarde, en fin, las opiniones más dispares pero todas parecidas en los asiduos lectores de El País y contertulianos en el local. La charla puede dar para mucho o no, pero a las diez menos cinco cruzo la acera para abrir la librería, este verano que Rafa se ha tomado como de luna de miel evitando así que caiga en una crisis existencial ante la impotencia de escribir durante el día que me provoca el calor veraniego y mi naturaleza noctámbula.

Abro el cierre con un tremendo ruido, que el barrio se entere de que abro la librería ya, luego la alarma, las luces, la caja, la escoba y barro un poco, no sé para qué, por aquello de hacer algo y disimular porque luego los libros están tan llenos de polvo que no hay manera de limpiar nada. Todas las mañanas tiro algún montón de libros con la escoba, lo que me da la oportunidad de redescubrir alguna joya olvidad en las estanterías. Hoy he rescatado No pienses en un elefante de Lakoff. Cuando salió de novedad lo usamos para la tertulia. Esta mañana lo retomo asombrada de lo evidente que parece lo que expone y sin embargo tan complicado de llevar a la práctica: un cambio de marco supone un cambio social. Cuando vuelva Berta de Bolivia le tengo que recomendar el libro, que no se me olvide.

En la librería pongo cds que Rafa guarda en la trastienda, clásicos del jazz, clásicos de la electrónica, algún que otro cantante folk, algo de bossa, de lo más variado en su extensa colección de cinco mil cds que guarda entre su casa y su librería. Suena el Kinds of Blue al entrar Héctor, mi lector asiduo de siete años. Le suelo comprar unos panecillos en la panadería de la calle Santa Brígida la salir de casa para que no se me muera de hambre mientras lee, que le noto muy delgado y un día de estos se presenta su madre a matarme por pervertir a su hijo con tanto libro. Sospecho que en breve va a desarrollar el maldito mal de Montano, quizá incluso de forma más aguda que su incipiente miopía. Me ve con Lakoff y le explico lo que son los marcos semánticos. El me cuenta que anoche trasteó en las cosas de su padre y consiguió crear una cámara de infrarrojos sumergiendo no sé que placa en no sé que ácido y creando una conexión con la placa base de su ordenador. Por dios, si tiene siete años, lo que hace no tener hermanos pequeños a los que pegar. No me ha dejado claro es para qué quiere una cámara de infrarrojos, supongo que la diversión es el proceso no la utilidad. Por lo mismo le propongo una partida de Go. Como era de esperar me gana, aunque ha sido duro por ambas partes. Creo que le he dejado de vender un par de libros a Rafa pero en realidad no soy completamente consciente de eso. Ante la duda decido comprarle un par de ejemplares de El curioso incidente del perro a medianoche para regalar en Navidades, por si acaso.
Noto que Héctor me mira alejarme por la calle, me grita que le espere y a punto de ponerse a llorar me dice que se tiene que ir de vacaciones con sus padres, que me va a echar de menos y que si se puede llevar algo para leer durante el verano. Vuelvo a abrir la librería y elijo unos cuantos títulos que podrían ser apropiados para comenzar a desarrollar un gusto asequible a la lectura, aunque no estoy seguro de que el Ministerio lo considere apropiado para niños de su edad:

1984, de Orwell
La conjura de los necios, de Toole
Olvidado Rey Gudú, de Matute
El rey pasmado, de Torrente Ballester
El hombre de los dados, de Rhinehardt
El mundo según Garp, de Irvin
La odiseoa, de Homero
Un tranvía en Sp, de Unai Elorriaga
El curioso incidente del perro a medianoche, de Haddon (uno de los que he comprado a Rafa, claro)
El cazador de autógrafos, de Zaddie Smith
Seda, de Baricco
El misterio del cuarto amarillo, de Gaston Leroux
El asesinato de Rogelio Ackroid, de Christie
Los tres mosqueteros, de Dumas
Dinero, de Martin Amis

Quince libros para un mes… espero que sean suficientes para este devorador compulsivo. Se despidió con un fuerte abrazo y una enorme sonrisa. Menos mal que la memoria de los niños dura tres segundos.

21 jul 2007

Porque hoy es lunes


Rafa se ha ido de vacaciones unos días con su novia argentina. He acordado quedarme en la librería estos días, que con el calor tampoco escribo hasta que no cae el sol, así que nos hacemos un favor mutuo. Porque los días pueden ser muy largos sin una piscina a mano en Madriz. Y lo bueno y lo malo de estar de cara al público en una ciudad como esta es que no para de ocurrir cosas extrañas, sorprendentes, o quizá sea mi mal de Montano, que me hace literaturizarlo todo.


Lunes por la mañana, quién se iba a imaginar que nadie va a tener ganas de entrar en una librería tan temprano. Abro, tranquilamente, enciendo las luces, desconecto la alarma, enciendo el aire acondicionado, hago una arqueo de caja, entra un niño de siete años. “Buenos días”, me dice. “Buenos días”, le respondo. Camina lentamente ojeando atentamente los libros, las contraportadas, investiga entre los ejemplares que Rafa amontona por el suelo sin orden ni concierto. Pienso si no será un enano en vez de un niño, pero no parece haber duda, sus mejillas sonrosadas, su cara sin arrugas, su agilidad. Elige Cien años de Soledad, lo que me sorprende, imaginaos cómo. Me acerco y le pregunto si no prefiere algo de la estantería del fondo, le digo con respeto señalando la sección que más se puede acercar a lo que un niño podría degustar, comics. Y me contesta que no, que le gusta Márquez porque cuenta historias como su abuela. Y no sé si refiere a la de Márquez o la de él mismo. Su respuesta es contundente y no me deja otra opción que dejarle leer, como si fuera una biblioteca, en silencio, mientras ordeno un poco y atiendo los pocos asiduos que me visitan a lo largo de la mañana.


Su mirada de inteligencia al salir conmigo me confirmó que mereció la pena.

7 jul 2007

Discusión

Delante de mí esa mirada fría, inmóvil, distante. Me miras y no me ves, no es que no me escuches, es que andas ausente. No es que no te importe lo que te digo, mis razones, mis reflexiones, que no, que las cosas no son como las ves, tu opinión no es la única, hay otras, está la mía, que no es ni mejor ni peor, pero que deberías tener en consideración. Por respeto, por humildad. Pero eres tan egoísta que ni siquiera eres capaz de rebatirme con argumentos válidos, sólo entiendes mis razones cuando me altero, grito y doy un portazo. Es entonces cuando te das cuenta de que si me altero, yo, que soy la paciencia personificada, que soy capaz de perdonártelo todo, que aguanto lo que sea, porque te quiero, te comprendo y te respeto, es entonces, y no a lo largo de mis razonamientos calmados, es ahora, cuando no paras de mirarme fijamente, como asombrado, expectante. ¿Y no te da pena que tenga que ser así? ¿No te molesta no poder hablar, discutir, sin acaloramientos, sin tener que mencionar mis cambios hormonales? Reconozcámoslo, de las chicas con las que has estado en tu vida soy la que menos problemas te he dado, la más cariñosa, la más lógica. Pero no haces caso de mi lógica, no me escuchas, consigues sacarme de quicio, sin saber cómo. Entonces pasa lo que pasa, que no controlo mi pasión, eso que te gusta tanto de mí, que me convierte en una mujer caliente, creativa y desbordada. Espero que las manchas salgan bien del gres. Y deja de mirarme así.

6 jul 2007

Nuevos tiempos

Cuando llegué al pueblo ya era de noche. Todos parecían refugiarse en sus casas del frío y el viento. No es que hubiese una gran tormenta, pero la humedad tan cerca del mar consigue que la sensación de frío sea mucho mayor. Además ese domingo debía de jugar el Madrid, o el Barça, ni siquiera los chavales correteaban por las calles. Fue mi primer contacto con ese pueblo, tan mediterráneo, tan blanco y tan lento. Caminé por sus calles pensativa, imaginándome cómo sería vivir allí, cómo asumiría la soledad y qué partido le podría sacar. Subí sus cuestas, una calle empedrada, multitud de escaleras, varias tiendas de artesanía a los lados y un par de motos mal aparcadas. Una gran casa recubierta de geranios, cómo le hubiese gustado a mi abuela, pensé, y sí aquí podría llegar a vivir, sin saber cómo será mi destino, ni mi futuro, pero huyendo de ese pasado gris que nos atormenta a todos. Paré en la puerta de una casa típica de pueblo, rústica la llaman, y en una de sus ventanas apareció un precioso gato negro. Cuando le acaricié su pelo me pareció el de las cerdas de una escoba, de tan duro y tan seco. Me miró atentamente, con sus ojos amarillo-luna. Me miró y maulló, con dulzura. No sé que quería decirme, si era un sí o un no, pero decidí que viviría en esa casa una temporada.

4 jul 2007

Miradas

Asomarse a la terraza en verano, leer mientras observas los tejados de la ciudad, la vida de tus vecinos, que a parecen de repente tras las cortinas y los visillos, se les oye, se les nota vivir, ¿dónde se meterán durante el invierno? Asomarse y ver a la pareja que vive enfrente, por una vez han corrido las cortinas y están ventilando la casa, él de pie, fumando, en calzoncillos, muerto de calor, lánguido, deja caer el brazo como si le pesase y se lo lleva con pereza a la boca; ella sentada, abrazándose las rodillas, mirándome, me ruborizo, no debería haber mirado tan fijamente, se apoya en la puerta y algo murmura. Me pregunto por qué están ahí y por qué tanto silencio, por qué no estarán escuchando algún nocturno de Chopin o algo de Buena Vista Social Club, estéticamente perfecto para ese momento. Me pregunto si habrán hecho el amor o habrán discutido. Me pregunto qué miran, qué ven por encima de mi cabeza. Desde mi terraza se ve Malasaña, dos patios, tres calles, un poco más allá adivino San Bernardo. Ellos, probablemente vean un poco más de lo mismo, quizá alcancen la plaza, alguna plaza. Pero me sorprende, me inquieta, su silencio, por qué no hablan, por qué no hay música. Es más, aunque hayan hecho el amor, aunque hayan discutido, cómo pueden hacerlo sin música. Y más en Malasaña.

28 jun 2007

Definición




Melómano: dícese de la persona, animal o cosa que se estremece ante la escucha de notas que, por su correcta asociación armónica o no, conmueven, ensalzan, entumecen, apoliptiquean, mengüenean, ennoblecen, enamorisquean, o cualquier otra acción que perturbe el estado físico y psíquico del que las escucha. Válgase como ejemplo los bailes espíricos que me marco en el salón de mi casa con el volumen de la cadena, ya añeja, a 30 decibelios, por lo menos, y sin ningún otro añadido que la melodía de Farrah, Pájaro Sunrise, o LHR. Sírvase también como ejemplo las carreras que se pegan mis gatos, en las que uno acaba mordiéndole los testículos al otro, acción que no entiendo en gatos castrados, después de la escucha de cualquier canción de Kings of Leon. O el desquiciante movimiento de cabeza en el coche de algunos conductores al escuchar la radio, en esos momentos siempre me pregunto qué estarán escuchando, pura curiosidad periodística, y si es el conductor o es el propio coche quien provoca los espasmos cabeceriles. Otros ejemplos llamativos son: la inevitable perforación de multitud de partes del cuerpo tras los conciertos en los festivales, con el consiguiente tatoo, sea de hena, o no, en otras tantas extrañas partes del cuerpo que no sabía ni que existían antes de dicho concierto; la afonía generalizada en el aforo de La Riviera tras sonar M por Iván Ferrerio, que me lleva a las siguientes cuestiones, ¿por qué la gente se desgañita en los conciertos cuando viene a escuchar a sus grupos favoritos?, y ¿por qué M deja al prota de la historia?

Atención, no confundir esta acepción con el glotón comedor de melones en verano, ni con los cabezamelón que de vez en cuando tienes la mala suerte de cruzarte por el camino. Nada que ver. Ni con los histéricos seguidores de algún concurso televisivo. A esos le dedicaremos una canción en breve, o no.

21 jun 2007

Alegrías del incendio


Sobre mi cuerpo desnudo, el suyo sudoroso. Me agarra con fuerza, cierra los ojos, me besa, se me eriza la carne. Me agarra un pecho y me lo muerde, con dulzura. Se sienta y me mira, con deseo, con ternura. Su piel está morena por el sol, le miro fijamente, le sonrío, me ruborizo ante sus palabras, será bruto, con un dedo recorre mi cuerpo, despacio, me hace cosquillas y no puedo evitar contosionarme. Me levanto y voy a por él. Me frena, noto su fuera, en sus brazos, en sus manos cuadradas, en las venas marcadas de sus antebrazos. Me lanza sobre la cama y se deja caer, sonbre mí, pero sin dejar caer todo su peso, para no aplastarme. Me besa el cuello, las mejillas, los párpados. Recorre con su lengua mi ombligo, mis caderas, mi cintura, mis pezones. Me sussssurra al oido un cuento misterioso y consigue que sueñe despierta. Me abraza y me mima.


Permítanme que el resto lo disfrute sólo yo.

16 jun 2007

Síndrome Hornby

En la librería no se nota el calor veraniego, como si los libros desprendieran frescor. Aunque lo lógico es pensar que es por estar a la sombra, y probablemente por el aire acondicionado, mantengo esa idea romántica del frescor de las bibliotecas en verano, refugio de lecturas contra el bullicio de la playa, el tráfico y los gritos, como si en verano la gente hablase más alto, como si sacase la cara de detrás de su bufanda para hablar todos a la vez.
Y las conversaciones en la librería también cambian con el verano. Poco se habla de literatura después de la Feria del Libro. Ha comenzado la temporada festivalera y sólo se habla de los conciertos a los que se puede ir y a los que no, de si el directo de tal grupo es mejor que su disco o si tal ha perdido voz por culpa de las drogas. Supongo que en la tienda de Juan Vitoria se hablarán de cosas parecidas. Quizá incluso hagan la lista de las diez mejores canciones editadas del año. Le digo a Rafa que mis canciones del mes siguen siendo:

1. Sunday morning birds
2. Alegrías del incendio
3. Esto no es otra canción de amor
4. In betwen days (de la bso de Tu vida en 65 minutos)
5. Diecinueve
6. A sort of homecoming
7. Blouwers Daughter
8. Stopped cloks
9. No distance left to run
10. Ocho y medio

Lo que demuestra mi cabezonería en mantener perennes temas durante varios meses. Qué poca movilidad, me dice.
Y hablamos de la vida y de conciertos y de relaciones, como siempre. Ahora que él está felizmente enamorado no para de darme consejos, como si hubiese una fórmula. “Ayer estuve viendo a Delco”, le cuento. “Llegué tarde pero tocaron muy bien. El bajista hacía acoples para dar un toque de distorsión distinto, me moló, algo simple y efectivo. Fuimos pocos, como la otra noche con Polar, pero merece la pena verles en directo. Aunque el violín y el teclado sonaban algo bajos. Y qué voz tiene el cantante, muy chula, potente, dulce. Hizo un tema sin micro, dulce y sobrado, emocionante y humilde a la vez. Qué ojazos, no sé cómo no se quedó él con las grupis. Claro, había un par de chicas pidiendo guerra, muy majas, pero con unos cuerpos terribles. No me mires así Rafa, no es un comentario machista, tenía una tripa de mujer de cincuenta, supongo que, siendo las únicas chicas pidiendo guerra de la noche, fue normal que las entraran, ¿no?, que en el fondo os dan igual las barrigas, para una noche me refiero. Y sí, seguro que eran majas y buenas personas, si no las estoy juzgando. Que no, tampoco es que esté celosa. En fin... Caray, Rafa, que me pones nerviosa, ya no te cuento ná, si era por hablar de algo. Pues claro que tocaron bien, tan jóvenes, tan indies, tan monos. Con una telecaster y un par de pedales sólo. Rafa, eres demasiado exigente, no me extraña que te hayas quedado en Joy Division, ¿pero al final vas a ir al Sumercase o no?...”

Los días fluyen, en la librería de Rafa

8 jun 2007

Si es tan fácil


Los Planetas me cantan “si es tan fácil”. Travolta me dice que el mundo se desdibuja, aunque a mí me da que quien se desdibuja según pasan los días soy yo, como Woody. Y me pregunto por qué carajo nos hemos conocido, para qué, si tiene algún sentido, con lo que mi mal de Montano se agrava, por momentos, porque me analizo cada uno de mis actos como una novela, hasta el momento en que suena mi timbre, me llamas, apareces en mi puerta con tus patillas y tus labios, tan gruesos, tan besables, tan etéreos. Tu canción favorita, de Los Planetas. Hoy nos vamos de concierto, mañana también, por fin Pearl Jam, pasado tocarás para mí una de tus canciones favoritas y yo lo que quiero es convertir mi cuerpo en tu guitarra, tocar el tuyo como a mi stratofender. Canciones de amor y desamor en otro idioma para ti. Y nunca me leerás, porque Madriz es una ciudad que te aburre. Y la música corre por mis venas como una droga, y escucho Santos que yo te pinté hasta la saciedad, y te miro, te observo cuando paseas a tu perro por la playa, te miro cuando entras, ingenuo y despistado como un intelectual genial, a mi tienda en busca de libros raros, te busco en cada cruce de miradas, tus ojos negros, grandes, de almendras, en los que me sumerjo como un abismo. La luna está llena y el mar salpica mi balcón. He olido al ozono concentrado sobre la tierra antes de llover y te he sentido subir las escaleras, buscar tus llaves en el bolsillo, mirar por las escaleras arriba, dudando en si llamarme para contarme lo mal que ha ido tu última cita y lo solo que te sientes cuando sales y no te las traes a casa. He olido a sal y he escuchado a las gaviotas que sobrevuelan nuestro tejado en estos días de junio. Eres Jordi, el protagonista de esta historia sin principio ni final, el que me da cobijo para acurrucarme en su pecho mientras vemos Scoop en el sillón de mi casa, estrenando mi nueva tele de plasma. Eres un extraño cada vez que sales de mi casa y te alejas, y me olvidas. Eres una canción, un estupendo si medio huevo. Eres un nombre. Eres literatura en estado puro. Creo que por eso me gustas tanto.

2 jun 2007

Crisis

Tengo ganas de probarlo todo, de no dejar nada para mañana, de follar como loca, y meterme cualquier cosa. Tengo ganas de no sentir, de quedarme inconsciente, de beber tanto que me tenga que arrastrar a vomitar, y seguir bebiendo. Tengo ganas de perder el control, chocarme con el coche, destrozarlo, conducir por la autopista a más de ciento ochenta. Tengo ganas de que me amen, de una vez y para siempre. Tengo ganas de ser cruel, mala, despiadada, reírme de todos, estar por encima de la moral. Tengo ganas de vivir al límite, dejarme caer a algún lado de la línea. Tengo ganas de llorar, de reír, de estremecerme con aquella canción tan hermosa. Tengo ganas de dejar de existir, de ser la mujer invisible, desaparecer, camuflarme, olvidarme, nadar. No tengo ganas de más.

23 may 2007

Corazones rotos

Anoche volví a quedar con Jordi. Después de su espléndida aparición en mi vida nuestra relación se ha ido manteniendo entre la amistad y la confianza. He de confesar que a pesar de todos mis esfuerzos todavía no ha pasado nada sexual entre nosotros. Me siguen atrayendo con locura sus gruesos labios y esas patillas morenas que se ha dejado. Supongo que por aquello de ir con cuidado y preservar nuestra vecindad por encima de cualquier inconveniente nos estamos portando como quinceañeros… o con verdadera madurez. Probablemente vayamos juntos al concierto de Pearl Jam, y ya está haciendo planes para ir al Sumercase y escuchar juntos a The Arcade Fire, aunque después de mi escapada a Valencia para ver a Los Planetas a mí me apetezca más repetir grupo en el Primavera Sound. Es una manía que me perdura desde los años universitarios, me encanta hacer planes con la gente como si el tiempo fuera inmutable, como si nada evolucionase entre las personas. Desde entonces me equivoco una y otra vez. Y el primer brillo que noto aparecer durante nuestra primera conversación se termina por desvanecer a pesar de todos mis esfuerzos, a la espera de una princesita experta en ritos amatorios que se le cruce y atraiga toda su atención.

Anoche volví a quedar con Jordi. Me vino a buscar con unos vaqueros y una camisa blanca, anunciando ya el verano que viene, que le daba un toque de elegancia sobre el desenfado de sus vaqueros. Unos zapatos negros y un reloj grande como único adorno. Llevaba una colonia suave, con algo de almizcle y un ligero toque a vainilla. Yo me puse un vestido rojo de tirantes, unas sandalias de tiras negras con algo de tacón, pendientes de aro y un anillo grande, de nácar, en el dedo corazón de mi mano izquierda como todo adorno. Una pareja sobria, sin grandes acicalamientos. Nos vi como una pareja perfecta. Y en esta segunda cita no me pude contener la ironía de la situación, “Jordi, con lo grunge que somos, lo pijo que vestimos”. Fuimos a cenar al Gala, un restaurante con una carta de vinos inmejorable, un maitre de una amabilidad casi infinita y buena comida. Después acabamos riendo y bebiendo caipiriñas en el Cocoon, con música chill-out de fondo. Algunas risas, algún comentario sobre las próximas elecciones y lo viciado que está todo, alguna historia de la infancia. Una velada para conocernos mejor y desconocernos mutuamente.

Anoche volví a quedar con Jordi, y en el momento de la segunda copa vinieron las confesiones, que le gusta tenerme como amiga porque se siente solo, porque tras su separación está asqueado y no confía en nadie, que pensó en tener hijos con la chica a la que tanto amó hasta que se largó con otro, lo nunca esperado, lo siempre temido, que ahora no sabe lo que quiere ni a dónde va, ni donde pertenece, no sabe si se siente más catalán por su madre, más madrileño por su padre, que ha vivido en un sitio y en otro y que ya está algo harto de vagabundear, pero no sabe qué será de su vida mañana, que a su madre le han detectado leucemia y por primera vez se da cuenta de la proximidad de la muerte, le abracé, nos abrazamos, suspiró, cortó la confesión con un poco de sarcasmo, como sólo él sabe hacerlo, y volvimos a nuestros temas de siempre, que si Uma Thurman, que si Rocangliolo, que si Nueva Vulcano, que si la feria del libro que se aproxima.

Anoche volví a quedar con Jordi, y precisamente porque no acabamos en la cama, me enamoré silenciosamente de su mirada triste. Y recordé cada una de las canciones pop que describen perfectamente lo que siento: mirar sin que te miren, suena ridículo, suena patético, suena a canción facilona, suena a ese pop más melancólico, el de los corazones rotos, el de escalas dóricas y B con quinta disminuida, a poema de nuevos románticos.

Anoche volví a quedar con Jordi.

21 may 2007

Serendipity

Esta mañana Rafa se ha puesto a filosofar con su vida, por primera vez en años que le conozco. “Es como si pudiera leer mi vida hecho tras hecho, acontecimiento fortuito tras otro, como justificación de estar aquí y ahora. Como si todo lo bueno y lo malo hubiese servido para traerme justo a este punto. Lo que ahora me pregunto es por qué, o más bien ¿y ahora qué? ¿Quiere decir que he de pararme en este preciso momento o por el contrario debería pasar algo? ¿Esperar o provocar?” No sé qué responder. Ésa, como otras muchas, nos daría la clave de cómo vivir sin errores. Pero como dice mi abuela, que era una mujer sabia, quién quiere una vida fácil, tal como está es mucho más entretenida. Ella, que sobrevivió a una guerra y a una dictadura se reiría de la escena vivida esta mañana: Rafa, Jordi y yo, con todos nuestros estudios, nuestros libros, nuestros viajes y nuestra sabiduría de andar por casa sin tener una respuesta adecuada a una pregunta tan simple. Nos quedamos con cara de gilipollas, mirándonos, serios, sin saber qué decir. Mi reflexión me lleva, irremediablemente al mal de Montano y a la música. “Estás viendo tu vida de forma literaria, Rafa, me temo que el mal es contagioso. Ver tu vida como si fuera una peli en la que alguien te da las claves para saber el final es un claro síntoma. Pero he de confesar que es algo que me preguntaba y que no me he atrevido a contarte por miedo a vuestras burlas. Veréis, siento como que todo este tiempo tenía delante de mis ojos señales que me decían que debía coger una guitarra y tocar, desde el instituto. Y no sólo por tocar sino qué. Quizá sólo era una cuestión de tiempo. Quizá la respuesta ya la tenía mi abuela: paciencia y constancia, mi querido Rafa. No hay otra manera de afrontar este laberinto borgiano en el que estamos sumergidos. De todas formas estoy convencida de perderme en él, como me perderé en los próximos ojos que me miren con deseo. Ya sabes, ese tipo de errores que cometemos constantemente sabiéndolo de antemano y sin querer remediarlo. Paciencia y constancia.” Jordi muesca su boca en una media sonrisa. Sólo él sabe qué está pensando.
(P.D. Gracias a Carlos por Dinosaur JR.; a Andrés por Santa Compaña; a Ricardo por Belle and Sebastian; a Antonio por The Cult; a Jaime por Lou Anne; a Ma por compartir momentos musicales; a Jorge por Barrio Tomillo y Ngoro Ngoro; a Rafa por no sé cuantos, Kristin Hersch entre ellos; a Carmen por Violent Femmme; a Alberto, que me abrió muchas puertas; a Javier por Cocorosie; a Sánchez, gran dj y mejor persona, por Rhodius; a Javier por The Lezbians; a Nacho, sin nombre de momento).

17 may 2007

El hombre que bailó con Ella Fitzgerald

René tiene una pequeña floristería en Malasaña. La lleva junto con segunda mujer, con la que acaba de tener su primer hijo, lo que ahora se llama “nueva forma de familia no tradicional”, eufemismo que me apasiona porque significa mayor libertad y menos represión (¿de verdad una familia consiste en aguantar aunque ya no se quieran por el bien de quién?, en fin al grano). René compra el periódico en el mismo kiosco que yo y desayuna casi todos los días en el mismo bar que yo. En alguna ocasión hemos cruzado un saludo y muy a menudo le compro flores frescas para adornar la mesa de mi salón. Le he dicho en varias ocasiones que se pase por la librería de Rafa, que le iba a gustar, que Rafa trae libros en otros idiomas. Es holandés, su mote de “el holandés errante” se lo ha ganado a pulso a lo largo de los años. Esta mañana se ha pasado a pedirle a Rafa una primera edición firmada de Opiniones de un payaso. Rafa le advirtió que es un ejemplar de más de 400 euros. René sonrió afable, “lo sé, alma cándida”. Con ese simple gesto se ganó a Rafa como uno de los suyos. Pronto cogió confianza, es una de las cualidades de este chico, entre quien entre en su librería termina contando su vida. Y así nos enteramos de que unos años atrás, cuando los discos se editaban en vinilo, tocaba el saxo en un grupo de jazz, salía a quemar la noche de Ámsterdam y asistió al concierto que dio Ella Fitzgerald en esa ciudad, en 1957, la noche en la que ella cumplía 40 años, él con sólo 19. El concierto empezó a las doce de la noche, y como una verdadera jam parecía que no iba acabar nunca. Entre el alcohol y las drogas sonaron Do I love you, Begin the beguine, Get out of town, This can´t be love y tantas otras. La música sonó hasta las cuatro de la mañana. Al finalizar el concierto René y su amigo se acercaron a los camerinos. Un negro enorme les impedía pasar, pero Ella escuchó que eran músicos de jazz y, más que borracha, apartó a su guarda de seguridad y les invitó por su cumpleaños. Estuvieron toda esa noche y todo el día siguiente, hasta que el elenco tuvo que marcharse a otra ciudad, de fiesta, de garito en garito, tocando, bebiéndose la vida. René cuenta qué él era un pelagatos y todo corrió a cuenta de la cantante.
René es un hombre feliz, sabe lo que quiere, aprecia lo que tiene y puede decir con orgullo que ha vivido lo que quiso.

16 may 2007

Elecciones 2007

Las conversaciones políticas y las literarias se entremezclan últimamente en la librería de Rafa. Jordi me cuenta que es su pueblo, estos días, hay un despliegue de banderas naranjas que es digno de verse. La gente cuelga en los balcones una banderola del partido del que se siente más afín. Andando por la calle no puedes evitar ver símbolos políticos. La zona es más peperiana que sociata, se nota. “Debe de haber como tres sedes del PP en los que reparten panfletos, camisetas y banderolas”, nos cuenta, “no os lo podéis imaginar, nada que ver con Madriz. Allá donde vas hay una furgoneta convocando a eventos, en eso se nota que tienen más presupuesto. No hay manera de evitar pensar en las elecciones. Consiguen que te impliques, de una manera o de otras. Aunque en una cosa te daré la razón, Candela, también en mi pueblo la gente es de un partido político como de un equipo de fútbol.”

15 may 2007

Plan B


En el coche, sonando Sibil Vane:

-Me encanta que me den material para mi novela. Tuve ayer una cita terrible, pero le sacaré jugo. Menos mal que tenía un plan B. Decía mi abuela, era una mujer sabia, que siempre había que tener uno. El otro día me encontré en la parada de metro a un antiguo compañero de trabajo de Héctor. Me reconoció él, que si soy yo paso de largo y no me doy ni cuenta. Héctor nos había presentado en alguna ocasión y la verdad, no es del tipo que me suele llamar la atención. Un chaval normalito, tirando a bajito, más bien calvo y gordo. Me pidió el teléfono entre balbuceos, más que nervioso, histérico. A mí me pareció muy tierno, tanto nerviosismo, y se lo di encantada, el teléfono y mi mail. Me sorprendió, chateando con él al día siguiente, sus gustos musicales: me nombró en menos de diez minutos La buena vida, Los Planetas, Tom Yorke y Jarvis. Así que no me pareció tan mala idea quedar con él cuando propuso ir a ver una obra del Festival de Otoño. Le dejé decidir, por aquello de que mola que te sorprendan, en el fondo soy una tradicional. Eligió una obra de baile español, bastante pobre para lo que suele ser el Festival, con una entrada horrible, al final del todo del Albéniz. Menos mal que es un buen teatro y pongas donde te pongas ves y escuchas bien. Al salir propuso ir a cenar, pero no había hecho ninguna reserva, y como salimos tarde sólo se le ocurre decir de ir a un McDonals. Craso error. No se puede tener una cita en el McDonals con treinta añazos. Nos sentamos, él con una hamburguesa, yo con mis papas fritas y al final me confesó que los grupos que me nombró son cds de su hermano y que a él, en realidad, le gusta David de María y que no tenía ni idea de teatro. Como comprenderéis al día siguiente tenía que trabajar, andaba algo cansada y era mejor irse a casa. Lo debí hacer tan mal que el tipo al despedirse sólo se atrevió a decir: no me vas a volver a llamar, ¿verdad? Era un buen chaval, pero como dice Rafa, por la calle te cruzas con buenos chavales y no te los vas tirando a todos. Qué le vamos a hacer, tiene razón. Acabé en casa viendo un dvd con los gatos sobre mi barriga, y comiendo helado de dulce de leche: un gran plan B

Y mientras tanto Silbil Vane cantan: “somos una explosión de feromonas que sólo parecen calmarse mediante los deportes y la masturbación”. Cuánta sabiduría en una sólo frase.

7 may 2007

En concierto


Escucho su voz y me emociono, y me imagino encima de un escenario, con esa voz, sin ver más allá del monitor que tengo delante, pero sintiendo a todo el público botar, grito, ¡vamos!, con toda la fuerza de mis pulmones, noto las venas de mi garganta, cómo me acaloro, me quedo sin aire y miro a mi guitarrista, que comienza su solo, mirando con cuidado sus manos, sus cuerdas, me mira, pero no sonríe, yo a él tampoco, estamos exhaustos, sudorosos, mis pantalones ajustados empapados, incapaz de pensar en nada más que en el momento, tenemos las canciones tan interiorizadas que sabemos qué va en cada palpitación, un acorde, otro, ahora un silencio y comenzamos todos de nuevo el estribillo, con la batería desgarrando, con su ritmo marcado, el bajista tocando como si le doliera, esta canción duele, desgarra, hiere y entumece, sé que no la puedo controlar, esa sensación atraviesa a cada uno de los que me escuchan, mi guitarra se deshace, se vuelve líquida, pesada, muevo mi brazo derecho con tanta rabia que parece que voy a golpearla, pero la quiero, la adoro, es parte de mí, de mi cara, de mi expresión, es capaz de decir lo que yo no puedo.

Mi canción, mi guitarra, yo

6 may 2007

Isidros

No entiendo esa manía de meterse con los madrileños, por los atascos, por garrulos, por creídos, por chulos. Y son defectos que se pueden ver en todas partes. Coches tuneados en Fuenlabrada, pero también el Benidorm o Castedefells. Huraños en Extremadura, en los Pirineos o en Carbanchel. Lindas plazas en Altea, Chinchón o Granada, con sus gentes risueñas, alegres y amables con los turistas y sus cámaras de fotos. Ajetreo en el centro de Madrid, y en las playas de Sitches. Buenos restaurantes en la Cava, y en el casco antiguo de Donosti. Rafa me mira y asiente. Su padre era de Cuenca, su madre de Málaga; el padre de Jordi, de Barcelona, su madre de Madrid, chamberilera de a pro; mi padre, brasileño, mi madre, carabanchelera; así somos los madrileños, de adopción casi todos, casi como un acto de voluntad. Y el que no, tiene fácil excusa, con decir que su madre es italiana justifica el hecho de serlo él también, a pesar de sus ehques y sus pogques. Y San Isidro a la vuelta de la esquina. Mi abuelo decía que él era un Isidro, por las fiestas vino por las fiestas se quedó. Otro madrileño de a pro, siendo de la sierra, pero le daba igual, madrileño de toros y del Madrid, como mi padre, como mi hermano, no tanto por los toros, como por el Madrid.

Y como yo, cuestión de herencia, supongo.

29 abr 2007

Fotomatón



Madriz es una ciudad literaria en la Librería de Rafa. También es una ciudad muy musical. Todo el año. Pero en primavera rebrotan los conciertos, como naturalmente, y los grupos recargan energías. El viernes estuve en el Fotomatón, en San Bernardo. En un momento en el que hablaba con Javier corté la conversación y se lo hice notar: “no sé a dónde llegaremos, si conseguiremos nuestros sueños, pero date cuenta quién está esta noche en esta sala, tú y Pinker de The Lezbians, Los sitios al completo, Jorge y David de Rhodius, El Nano y Gonso de Barrio Tomillo, Alberto García que es director de cine y yo, con amagos de escritora. ¿Podría considerarse esto una reunión generacional?”


El viernes en el Fotomatón me encontré con una generación de talentos hablando de música, de literatura y de cine. Madriz no morirá nunca.

25 abr 2007

Homenaje a Juan Ar. en el Día de San Cervantes

La librería de Rafa fue durante el día de ayer un hormiguero. No paraba de entrar gente, que le saludaba cordialmente y que a mí no me sonaban de nada, como si Rafa llevara varias vidas dentro de su trabajo. Y yo que pensaba que conocía a todos sus clientes. Pero nada más lejos de la realidad. Pasó por allí un viejo amigo, este sé que es del grupo, Juan Arr., camarero del Café Comercial, actor en paro y buen jugador de ajedrez. Estuvimos durante años, hasta que mudé y conocí a Rafa, yendo al Comerial los domingos por la tarde a hablar de literatura y leernos cuentos de Marías y poemas de Luis Alberto de Cuenca, de Clarice Lispector, Alejandra Pizarnik, Luis Mateo Diez, Fonollosa, Benítez Reyes, Luisa Castro, Ricardo Piglia, Arturo Pérez-Reverte, Shara Kane... o nuestros. Dos domingos después de nuestro primer encuentro ya decidía por nosotros lo que debíamos tomar: a Joaquín le traía un café bombón cuando le veía tranquilo, si no un té de frutas del bosque; a Beatriz un cortado, un té con limón o un refresco sin gas, según las ojeras; a mí un té, con o sin limón según se acordase, a Al un scotch, siempre fue un gentleman, tan inglés él, aunque su origen irlandés se confunda con ese horrible acento del sur de Estados Unidos. Siempre le pillábamos en su descanso, preparando una partida, aunque con ese lado sobreactuado que tenía no sé hasta que punto era una pose y nada era real, ni que supiese jugar al ajedrez, ni que fuera su pausa de después de la comida, n i que se llamase Juan, ni que tuviese tan sólo treinta años. Entonces me parecía tan mayor... el más joven de todos los camareros de Comercial, tan atractivo que nunca fui capaz de decirle nada. Supongo que no se acuerda de mí, como siempre esa sombra que lo oraniza todo. Hoy le echo de menos y le busco con la mirada para invitarle a nuestra nueva tertulia en la librería de Rafa. Creo que él se sentiría a gusto con nosotros, de nuevo.

13 abr 2007

Distorsión



La música me atormenta en ocasiones, en otra me relaja, en otras me duerme. Me dejo llevar por los sonidos, no reconozco el grupo pero me suena, me resulta familiar, doy otro trago y me dejo llevar, hay mucho humo, mucho y huele a costo, mucho. Siento el calor acariciando mis ideas y la música golpeándome las nalgas, así, así, siento un cuerpo cerca del mío, moviéndose, quizá bailando pero puede que sólo quiera pasar, hola me dicen, no contesto, no me sale la voz, veo un rostro, y es hermoso, me mira con ojos tiernos, negros, de almendra, me roza la mejilla mientras me habla. Sólo puedo dejarme llevar, lo notas, es el pop más melancólico, el de los corazones rotos, no me rompas el corazón chiquillo, esta noche no, esta noche sólo dejo que me hagas el amor, lo notas, me acerco la copa a los labios y te desdibujas, te miro y no te alcanzo. Tienes una sonrisa imposible.

12 abr 2007

Cazando ilusiones



Prepararse para la caza es todo un ritual. Como en las tribus no sólo es conseguir la presa, sino prepararse para cazar la mejor, la más tierna. Así que fui a la peluquería y me arreglé el pelo y me depilé. Ahora mi flequillo permite que se me vean los ojos y mi cuerpo está suave como la seda. Todo él.
Me ducho con el agua muy caliente y me enjabono con mi gel más suave, el que mejor huele, veo escurrir la espuma por mis piernas y compruebo que, efectivamente, están suaves. Como es probable que me ponga falda elijo una loción corporal con brillo, para que se refleje la luz sobre mis muslos. También me aplico aloe vera en las zonas más delicadas no sólo para mantener la suavidad sino para evitar que me salgan granitos. Aún desnuda me maquillo, primero la base, luego las pestañas, de negro, la raya en el ojo, sólo la mitad, en gris oscuro, colorete, sombras, pintalabios, polvos mate. Me miro ante el espejo de cuerpo entero. Esta noche estrenaré mi vestido negro que deja la espalda al aire. Cena en el Thai Gardens, copa en el Vanila. Esta noche soy una pija que caza. Jordi no va a tener escapatoria. Le tengo ganas desde que le vi por primera vez apoyado en la puerta de mi casa, como una aparición. Y me contuve. Y he aguantado toda la semana, viéndole en la librería de Rafa por las mañanas y viéndole marchar a trabajar después de comer, semiasomada a las cortinas para que no me vea, aunque creo que me intuye. Ya ayer me dijo de ir a cenar juntos, hacer algo especial. Y ya sabemos los dos qué significa. Tarde o temprano caerá, es inevitable.
Es la cazadora que llevo dentro. Es imposible verme como a una hermana. Lo sé. Y ellos también.

10 abr 2007

Extrañas sensaciones


Sigo teniendo esa extraña sensación de extrañamiento, de no pertenecer a este mundo. Lo comento con Rafa y sólo me da una solución: escribir. Estoy obsesionada con mi novela, y con la Guía. Me surgen personajes, de forma caótica. Hoy nos hemos juntado en la librería Rafa, Jordi, mi nuevo vecino y Beatriz, la chica argentina de Rafa. Parece que mis chicos extraños al final terminan por tener vidas normales. Rafa está enamorado y mira con ojos de querer tener críos. Su chica es dulce, cariñosa y lee a Niechtze. Jordi resultó no ser bombero sino el director de una macrodiscoteca de moda, sumergido de lleno en la frivolidad de la noche y la administración de empresa, talla madera en sus ratos de ocio para desestresarse. Beatriz me mira con ojos de pena e intenta hacerme comprender que no podemos cambiar el mundo, que insistir en el error no es sano.
Trato de hablarles de cambios, de cansancio y de pereza, pero parece que no quieren escuchar. Les cambio de tema y les pregunto si creen que es el tiempo quien marca la estructura o a la inversa. Beatriz insinúa que no lee a Borges, pero que le gusta Cortazar. Yo menciono a Alejandra Pizarnik. Jordi me invita al cine, quiere ver 300 y me parece buena idea. Esta noche, después de pelearme con la página en blanco y ver cómo evoluciona Candela, iré al cine y disfrutaré de la estética de una película extraña que no tiene nada que ver conmigo. Beatriz me presta el Anticristo y yo la respondo que Focault. Miro a Jordi y le deseo. Quizá de esta noche no pase, para ninguno de los dos. Guardamos un minuto de silencio por la muerte de la cultura y brindamos como Nacho Vegas: sólo podemos sobrevivir. Sobrevivo entre libros, música y cine. Mi paraíso es La Plaza de Altea.

9 abr 2007

Lobos



Me gustan los hombres tanto como mi ciudad. En mi lista de placeres está, sin duda, contemplar un buen culo en una vaqueros, ver alejarse a un indie con el pantalón caído o pasmarme de emoción ante unos dorsales en el gimnasio. Dorsales prominentes, culos prietos y narices grandes son, como en aquella serie de televisión en el que se enaltecía el pellejo de los codos, mis talones de Aquiles. Si además me abrazan por detrás mientras duermo, con dulzura y besos en los hombros, sonríen mientras me escuchan, y me agarran fuerte con sus manos cuadradas, entonces, tienen todos los puntos para que me enganche como una boba.

Pero, a pesar de mi deleite estético, soy incapaz de comprender su desapego, su afán de caza me desconcierta, su frialdad me descompone. Una vez más caigo en sus redes sabiendo que no llevará a ningún sitio y sólo el mero disfrute hedonista hace que merezca la pena.

Y entonces espero al próximo que llame a mi puerta, observando y convirtiéndome yo también una cazadora, de cuerpos, de momentos, de muescas en mi cama, de nombres en mi agenda.

Será por eso que las ciudades se han convertido en junglas

3 abr 2007

Música sobre el Manzanares


Por fin se ha cerrado el túnel de la M30. Tenemos planeado organizar un megaconcierto en los jardines, sobre el río, para celebrarlo. Será sin luz artificial, la noche de San Juan, con algunos de los grupos de siempre. Por primera vez un concierto a la luz de las velas, como en Pedraza, escuchando buena música. Para esta primera ocasión podríamos llamar a Paco de Lucía. Aunque tampoco me disgustaría algo igual de tranquilo pero menos convencional como Espers, Amandine o Cocorosie. Qué carajo, que vengan los tres. Hemos pensando en organizarlo Rafa, Al, Jordi y yo y sin duda no parece mala idea. Cómo me gustaría un año de estos que fuera mi grupo, las Punky Princess, quienes tocasen un acústico tranquilo sobre el Manzanares. Siempre pensando en el mañana, seré cabraloca… Ya sabemos todos que el mañana no existe.

Señor viajero, si vienes a Madriz en la noche de San Juan, ven a escuchar música sobre el Manzanares.

2 abr 2007

Compartiendo momentos



Me resulta asombroso, la forma en que la gente entra y sale de tu vida. Quien era absolutamente indispensable hace unos meses, hoy, sólo es una sombra en un recuerdo, desdibujándose. Ayer encontré el nombre de un antiguo compañero del colegio en la wikipedia, de los que fueron imprescindibles para respirar. Ayer sonó el timbre de mi puerta y apareció un amigo nuevo, con quien empiezo a hacer planes para ir al concierto de Pearl Jam en Madrid.

Hoy lo comentaba con Rafa en la librería y me miraba como si me viera por primera vez. “Demasiada literatura”, me ha dicho. Pero esta vez no le he dado la razón. Que la vida sea literaria no deja de ser anecdótico. Yo no tengo la culpa de que llame a mi puerta un vecino con mis mismos gustos musicales y nos quedemos hablando hasta las tantas. Y no sé hasta qué punto literaturizo cuando describo sus enormes ojos negros y el grosor de sus labios, que tantas ganas tengo de besar. Y que no hice por vergüenza, decoro y, sí, en este caso, puro disfrute del correr de las palabras. Pocas cosas disfruto má que el primer contacto con alguien, el primer conocimiento de coincidencias, encuentros intelectuales, gustos musicales, cambios de ideas, con una copa de vino en la mano, luz tenue, un roce accidental.

Mañana… no lo sé, y casi mejor que siga siendo así.

1 abr 2007

Ventanas que se abren


Cae la tarde y sabes que nada va a ser como antes. Los amigos están lejos y los días pasan sin motivo aparente. Esta mañana no he pasado por la librería de Rafa. Me he quedado en casa trabajando, pensando, escribiendo, leyendo, tocando la guitarra. Noto mi mundo extraño, como si una bomba hubiese arrasado con todo, me he puesto a escuchar Daugther, de Pearl Jam, una de mis canciones favoritas del grupo:

Alone, listless. Breakfast table in another wise empty room.Young girl, violence. Center of her own attention. The mother reads aloud, child tries to understand it. Tries to make her proud. The shades go down. It's in her head. Painted room. Can't deny there's something wrong.

Con las ventanas abiertas, saltando, viviendo el punteo y la sucesión de acordes, simples pero contundentes. Se cuelan unas risas vecinas desde el patio interior. Suena el timbre.

-¿Quién es?
-Tu vecino.

Le abro con preocupación imaginando un viejo con malas pulgas mosqueado por la música tan alta. Ante mi sorpresa un guapo moreno, con una sonrisa amplia, los ojos más negros que he visto en mi vida. Como en una serie de televisión. Quién se va a imaginar que al abrir la puerta va a aparecer un hombre tan terriblemente guapo. Sólo le falta ser bombero.

-Me imagino que te molesta la música, perdona, no me he dado cuenta.
-En realidad no me molesta, es uno de mis grupos favoritos, pero te voy a pedir que la bajes porque necesito dormir. Ayer salí hasta las tantas y mañana trabajo, como todo el mundo, supongo. Fue una noche extraña, la de anoche.
-Bueno, yo no salí anoche, pero sin duda la bajo ahora mismo. ¿Puedo preguntar qué fue lo raro de anoche?
-¿Has tenido alguna vez la sensación de irte cruzando con gente cada vez más rara? No sé si porque al ser más mayores cada vez tenemos más manías o si soy yo que miro de manera distinta.
-Contínuamente.


27 mar 2007

Terrazas madrileñas

Una vez más El País.com tiene una sección sobre mi ciudad. Rafa me ha mostrado esta foto cuando he ido a saludarle antes de ir a trabajar. Es lo bueno de tener tu propio horario, puedes mantener buenas costumbres como comprar el periódico para desayunar, comprar la fruta del día y saludar a los vecinos del barrio. Aunque la librería de Rafa esté algo alejada de casa, me acerco muchas mañanas a comentar las noticias, mi vida o algún libro. De su vida, ya sabéis, habla poco.
La foto la podéis ver en el blog de Marta Pereyra, fotógrafa. Y desde luego, es una buena terraza para tomar un café con tu pareja si puedes contemplar desde aquí la ciudad. La próxima vez que venga Al le llevaré. Me encanta descubrir nuevos parajes de mi ciudad.
Gracias, Marta, por las vistas desde tu azotea.

18 mar 2007

Domingos por la tarde


Las tardes de domingo tiendo a imaginar qué hacen las personas que conozco mientras me dedico a escribir. Como sufro este mal de literatura que Vila-Matas muy afortunadamente llama el Mal de Montano, imagino una cámara que se mete en cada vida privada mientras suena esa melancólica música de Amandine. Me imagino a mí, vista desde detrás, con mi copa de vino blanco, pensando, dejando caer la cabeza hacia atrás mientras aflojo los hombros o me estiro. Me imagino inteligente y sensual. Con las luces de las mesillas dadas, creando un ambiente cálido, para darle cuerpo a esta música nacida en la gélida Suecia. Me imagino a Al, muerto de sueño, echando una cabezada en el avión, con el periódico sobre sus rodillas, deseando llegar a casa, y sin ganas de ponerse a trabajar de nuevo, pero con unas terribles ganas de empezar un nuevo proyecto. Me imagino a Martín, delante del espejo del baño, decidiendo si se quita o no la barba. Me imagino a Raquel, paseando por la playa, en esta noche fría, dejándose azotar por el viento mientras llama a su perro a gritos, con miedo de que se le pierda en la oscuridad, con la falda metiéndose entre sus piernas y las botas clavándose en la arena. Me imagino a Rafa, en casa, viendo La caja Kovak, en dvd, llorando por culpa de la versión de Gloomy Sunday que sale al final de la peli, no por la peli, buscando, después, la versión de Bjork para escucharla mejor. Me imagino a Pepe, en su habitación, sin poder dormir, de nuevo, liándose un peta sin ganas pensando que quizá eso le relaje un poco, echando de menos a su novia francesa. Me imagino a Alberto, acariciando a Dylan, en su habitación mientras chatea con una chica que acaba de conocer y que no llegará a conocer del todo. Adela estará en su casa, pendiente de los ruidos, intentando corregir exámenes, pero con la duda de ser observada por alguno de sus vecinos. Me imagino insomne, a las cuatro de la mañana, leyendo, con uno de mis gatos sobre mí. Te imagino escribiendo, en un piso enorme, con grandes ventanales, mirando la ciudad y recordando el aroma de la infancia.


Madriz es una ciudad solitaria los domingos por la tarde.

12 mar 2007

Sugerencias


Rafa me ha preguntado hoy por la Guía.
“Estoy en ello”, le explico.“Me voy a quedar con las ganas de saber si hay salida directa al mar o no”.
“ Ya ves, de ese chico que buscaba Auster en inglés...”
“Martín”, le interrumpo.
“Sí, ese. Pues no he vuelto a saber nada. Claro, el libro de Auster es tan flojo... Me he empezado a leer el de Zadie Smith. Ya te diré qué tal. Pero no te cambio de tema.”
“No me cambies, que te enrollas. Es que la Guía se está liando un poco. Primero pensé en mostrar todos mis lugares, los más mágicos de esa ciudad, como en aquella ocasión en la que se confundieron los del circo Ruso y trajeron un circo de freaks, con mutaciones genéticas, tan raro, no estoy segura de si hasta pusieron música de Boards of Canada y todo. Es que he comprendido, según escribía, que para mí Madriz está llena de gente. Gente con la que me tropiezo por la calle, que la sigo, que me atrae por alguna razón, y también por mis amigos, mis vecinos, y las cosas que pasan en sus calles. Que mi ciudad no son solo unas pocas fotos. ¿Cómo voy a presentar todo eso, tan complejo me parece, a alguien que no sabe nada, a un despistado, para más señas?”
“Se te ha liado un poco. ¿Tú crees que llegarás a plazo?”
“Ya te digo yo que no.”
“¿Me admites una sugerencia?”
“Claro Rafa, cerebro privilegiado.”
“Cementerios.”

Y entendí perfectamente lo que quería decir por lo que será, obvio, el siguiente capítulo de mi Guía. Sigo admitiendo sugerencias.