23 may 2007

Corazones rotos

Anoche volví a quedar con Jordi. Después de su espléndida aparición en mi vida nuestra relación se ha ido manteniendo entre la amistad y la confianza. He de confesar que a pesar de todos mis esfuerzos todavía no ha pasado nada sexual entre nosotros. Me siguen atrayendo con locura sus gruesos labios y esas patillas morenas que se ha dejado. Supongo que por aquello de ir con cuidado y preservar nuestra vecindad por encima de cualquier inconveniente nos estamos portando como quinceañeros… o con verdadera madurez. Probablemente vayamos juntos al concierto de Pearl Jam, y ya está haciendo planes para ir al Sumercase y escuchar juntos a The Arcade Fire, aunque después de mi escapada a Valencia para ver a Los Planetas a mí me apetezca más repetir grupo en el Primavera Sound. Es una manía que me perdura desde los años universitarios, me encanta hacer planes con la gente como si el tiempo fuera inmutable, como si nada evolucionase entre las personas. Desde entonces me equivoco una y otra vez. Y el primer brillo que noto aparecer durante nuestra primera conversación se termina por desvanecer a pesar de todos mis esfuerzos, a la espera de una princesita experta en ritos amatorios que se le cruce y atraiga toda su atención.

Anoche volví a quedar con Jordi. Me vino a buscar con unos vaqueros y una camisa blanca, anunciando ya el verano que viene, que le daba un toque de elegancia sobre el desenfado de sus vaqueros. Unos zapatos negros y un reloj grande como único adorno. Llevaba una colonia suave, con algo de almizcle y un ligero toque a vainilla. Yo me puse un vestido rojo de tirantes, unas sandalias de tiras negras con algo de tacón, pendientes de aro y un anillo grande, de nácar, en el dedo corazón de mi mano izquierda como todo adorno. Una pareja sobria, sin grandes acicalamientos. Nos vi como una pareja perfecta. Y en esta segunda cita no me pude contener la ironía de la situación, “Jordi, con lo grunge que somos, lo pijo que vestimos”. Fuimos a cenar al Gala, un restaurante con una carta de vinos inmejorable, un maitre de una amabilidad casi infinita y buena comida. Después acabamos riendo y bebiendo caipiriñas en el Cocoon, con música chill-out de fondo. Algunas risas, algún comentario sobre las próximas elecciones y lo viciado que está todo, alguna historia de la infancia. Una velada para conocernos mejor y desconocernos mutuamente.

Anoche volví a quedar con Jordi, y en el momento de la segunda copa vinieron las confesiones, que le gusta tenerme como amiga porque se siente solo, porque tras su separación está asqueado y no confía en nadie, que pensó en tener hijos con la chica a la que tanto amó hasta que se largó con otro, lo nunca esperado, lo siempre temido, que ahora no sabe lo que quiere ni a dónde va, ni donde pertenece, no sabe si se siente más catalán por su madre, más madrileño por su padre, que ha vivido en un sitio y en otro y que ya está algo harto de vagabundear, pero no sabe qué será de su vida mañana, que a su madre le han detectado leucemia y por primera vez se da cuenta de la proximidad de la muerte, le abracé, nos abrazamos, suspiró, cortó la confesión con un poco de sarcasmo, como sólo él sabe hacerlo, y volvimos a nuestros temas de siempre, que si Uma Thurman, que si Rocangliolo, que si Nueva Vulcano, que si la feria del libro que se aproxima.

Anoche volví a quedar con Jordi, y precisamente porque no acabamos en la cama, me enamoré silenciosamente de su mirada triste. Y recordé cada una de las canciones pop que describen perfectamente lo que siento: mirar sin que te miren, suena ridículo, suena patético, suena a canción facilona, suena a ese pop más melancólico, el de los corazones rotos, el de escalas dóricas y B con quinta disminuida, a poema de nuevos románticos.

Anoche volví a quedar con Jordi.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

es muy bueno el texto... me quedo sin palabras, no sé que decirte.

ojala que todas las sensaciones que tengas sean buenas y que sigas con una sonrisa en la cara.

a mi esa forma de ver una relaccion tan pausada me gusta, quien fuera jordi..

Touch me the guitar!... dijo...

¿Sabes que la música latinoamericana tiene un punto más alegre que la europea o la estadounidense?. Lo sabes.
¿Sabes por qué?. Lo sabes. Por las escalas, por los acordes, por la septima mayor que inunda de sol las canciones. Pero eso ya lo sabias,... Cerca de ese restaurante hay otro, y sé que lo conoces (o "le" conoces...hay que ser madrileño para tener los santos cojones de ser leísta por que sí...), donde en un patio muy cuco, una pareja de griegos te inundan de acordes soleados...
Bendito Jordi, que en semejante marco no hubiera tenido más remedio que ver...
Por que es lo que tienen los soleados acordes....que te hacen ver; y hubiera visto a la mujer que tenia delante.
Bendito Jordi, por que sabiendo lo que sabes, le concediste la gracia de escapar.
Muerte a Duran Duran, Looisa, ¡viva el verano!, ¡y el amor!, y las gaviotas...Que las gaviotas querida Looisa son pajaros grandes, aunque tú no te lo creas...

Kandela dijo...

Sois un público demasiado agradecido. Ni me lo merezco, pero os lo agradezco, mucho. Paciencia y constancia, Nacho. Al final ganaremos el mundial.

Anónimo dijo...

Escribes maravillosamente. Y además me he sentido identificado con la de la madre catalan y lo de las patillas del amigo Jordi... me gustaria conocerlo... seguro que le gusta Joy Division

ninive drake dijo...

Chica, hasta las trancas! te pasará como en los dibujos japoneses, que en el momento menos pensado empiezas a sangrar por la nariz, en señal de enamoramiento reprimido y callado... suerte que el vestido es rojo... cuídate y date baños de mar, eso todo lo cura... un saludo

Kandela dijo...

Qué puedo decir, espero no sangrar demasiado. Hay cosas incontrolables. Bienvenida.