16 ago 2007

El verano del amor


Rafa ha vuelto de vacaciones. Está más moreno y más gordo. Sus mejillas están sonrojadas por primera vez en su vida. Definitivamente le está sentando bien estar enamorado. Es la primera vez que le veo así, y eso que le conozco desde hace años. Le he visto con muchas mujeres, eso sí. Una vez estuvo con una católica practicante y todos nos preguntamos cómo aguantó sin follar tanto tiempo. Tampoco sé porqué ella cambió de opinión pero sí el motivo de la ruptura: era la tía más sosa que he conocido en la vida, un poco simple, y el centro de todos nuestros cometarios más sarcásticos. En realidad creo que podemos ser insoportables, vistos desde fuera, claro. Una pandilla de sabelotodos (pregunta de Trivial: ¿cuál fue la primera película en la que se vio salir sangre después de un impacto de bala?), una pandilla de freaks (nos juntamos para jugar al Go y discutir sobre la última novela de Palhaniuk), vamos a conciertos de grupos que no se escuchan en la radio y de alguno que ni siquiera ha editado un disco, leemos los periódicos al revés, pero adornamos nuestras casas con flores, velas, inciensos japoneses, tomamos té para desayunar y poseemos por lo menos un animal de compañía para adornar la soledad de nuestras vidas. Parecemos personajes de ficción de tan raros.

Me mira asombrado mis ojeras, de no poder dormir, de quererme escapar de nuevo. Me iré a recorrer España con un mapa de carreteras, sin rumbo, y con el portátil para ir narrándolo. Quiero hacer una bitácora de viajes. Rafa se mete conmigo y me insta a que acabe la novela. Le termino preguntando qué le da su argentina para hacerlo tan feliz: “he encontrado por fin una persona con quien compartir momentos”, me contesta.

Y sigo pensando que no entiendo nada.

9 ago 2007

Con Clau

He estado dándole vueltas a multitud de temas últimamente. Ayer fui a ver a Claudia a su estudio de pintura. Hablamos, reímos, nos escuchamos, criticamos la última exposición del Reina Sofía, el último disco de Sidonie y si “No será otra canción de amor” es una canción de amor o de desamor, si es una ruptura de alguien que todavía la echa de menos, porque sale a buscarla de nuevo por los bares, o la odia, algo malo le ha hecho porque quiere que le devuelva su vida. Planeamos ir juntas a ver a Interpol, y no sabemos si podremos acercarnos a las fiestas de Fuenla para ver a Los Planetas. Su canción del mes, una de Rufus Wainwright, la mía, de Patrick Wolf. Cantamos David y Claudia y comentamos cuál era para cada una el título más curioso de Los Planetas. Me enseñó fotos de sus años universitarios que no había visto aún. Tomamos té frío. Pasamos la tarde juntas, un domingo tonto cualquiera. Llegó su chico, con una pizza recién hecha, cenamos y reímos los tres.

En un momento me los quedé mirando porque es agradable encontrarse como en casa cuando hablas con alguien. Y me pasa así últimamente. Cuando ceno con ella y con su chico, cuando comparto una copa de vino con Jordi, tan amigos ahora, tan confidentes, cuando voy a la librería y es como el salón de mi casa. Me siento adoptada por todos ellos, que me aceptan en sus vidas con naturalidad, como si nos conociésemos de toda la vida cuando a alguno de ellos los acaba de encontrar en el camino. Y ya hacemos planes, nos reímos y celebramos que seguimos vivos.

La vida es así de impredecible, pero hoy sé que un año más estaré aquí, en este Madriz que es tan nuestro y tan de sí mismo.

3 ago 2007

Me atrapan los días


Me atrapan los días. Me dejo llevar y se vacían solos. Jordi va a pasar las Festas de San Lorenç en su pueblo, con la familia. Rafa está con su chica viajando por países remotos. Mi pequeño genio, Héctor, se ha visto obligado a irse de vacaciones contra su voluntad. Berta anda por Bolivia estos días. Al sigue ocupadísimo con la publicación de su nuevo libro y hace siglos que no sé nada de él. Parece que el mundo se detiene, y sin embargo camino por unas calles más llenas que nunca de desconocidos. El próximo fin de semana vendrá Rafa, por fin, que yo estoy deseando escapar también, con la maleta llena de fantasmas, como siempre a algún lugar con playa, sol y humedad, que esté en fiestas o no, sinceramente me da igual.

Me atrapan los días escuchando música nueva que me recuerda a temas antiguos: Devendra Banhart y su versión de Summertime; Patrick Wolf cantando My name is Tristan and I´m alive, con lo que me despierto cada mañana; Cat Power y la dulzura de su voz; Amy Winehouse y su profunda voz de negra setentera; la energía eléctrica de los Rhodius. Escucho tanta música porque no me quiero oír. Mis palabras están llenas de recuerdos y de ilusiones que sé que no se cumplirán. ¿Cómo hacer para dejar de soñar? Algún día tendré que tratarme este mal de Montano que hace que me invente historias en cada esquina: ese beso en la playa al amanecer; una caricia a la cintura, dulce y fuerte a la vez; un concierto multitudinario donde se me invita a participar en una canción, la última, y donde toco como nunca; una llamada telefónica dándome una mala noticia justo antes de servir el postre con la casa llena de amigos; una mano que me ayuda a cerrar un vestido; una canción que me acompaña mientras conduzco…

Me atrapan los libros, los devoro y los vomito: una historia de suicidas con Hornby; una argentina inventada por un polaco; una punky princess que se inventa Madrid a cada esquina; un ensayo sobre elefantes o un debate sobre la guerra; alguien me recomienda el último de Neil Gaiman, buena elección, pienso, y pongo un dibujo de él como fondo de escritorio.

Me devoran las noches, la luna pasa de creciente a llena a menguante. Viene mi periodo y se va.

Estoy un poco más muerta, un poco más llena de vida, un recuerdo más, un suspiro menos.

1 ago 2007

Wolf

Persigo un objetivo inalcanzable. Corro por la Gran Vía sin saber que huyo de lobos, panteras negras, que me persiguen para devorarme. Voy vestida de blanco, de gasa blanca. Corro cuesta abajo hacia Plaza de España y nadie me ayuda, en la acera multitud de hienas se ríen esperando para verme caer. Corro, las panteras me alcanzan, y siguen corriendo a mi lado. Corro, y al final de mi recorrido te veo. Vestido con un traje blanco, entallado, con chaqueta de cuatro botones y mangas de encaje, con tu pelo negro, largo, al viento, sobre la cara, ocultando tus ojos, cayendo sobre tus mejillas, pálidas. Comienza a llover y me esperas. Llueve y me paro junto a ti. El tiempo se para a mi lado. Las hienas dejan de reír, las panteras se paran, los lobos nos miran, serios. Paro y te miro. Estás ahí. Inalcanzable.