
Disfruto de mis momentos de soledad con una alegría inesperada. La primavera la siento tan cerca que parece que el verano ya está aquí. Paseo por las calles con mi coche recién lavado por barrios que no recorría desde no sé cuándo. Me quedo sola delante del portátil y me entretengo en ordenar mis carpetas de música recién bajada. El gato ha dejado de estar sobre mis piernas para mirar, descarado, a la gente que pasea por la calle al sol. Mi mira de reojo para segurarse de que todo sigue en su sitio, de que la quietud de la tarde no trastoca sus planes y sólo baja para calmarse la sed y lamerse. Suena música brasileira mientras escribo.
Las doce en el reloj y parece que la felicidad es esto.
3 comentarios:
A veces no hace falta nada más para sentirse feliz. Pequeñas dosis de felicidad que se encuentran las cosas sencillas.
entonces si es asi, lo tienes todo!!
besoss
vale. entonces sí. mejor nouvelle vague!! :)
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