9 feb 2010

Lost



He regresado a mi ciudad unas cuantas veces. Hay algo que nos atrae a nuestro hogar, a pesar de intentar cortar las cadenas, un campo electromagnético de gran fuerza que nos lleva de nuevo hasta el centro de todo. Hay algunas costantes: la ciudad misma, estática y a la vez cambiante, siempre en movimiento; mi gato, demasiado hablador en ocasiones, demasiado melancólico en otras; yo misma, que envejezco pero sólo para ser aún más yo. Hay muchas variables: todos ellos los personajes que se cruzan en esta pequeña historia. Me encontré de nuevo con Rafa, el de la librería, en un concierto, no me lo esperaba, con una chica, no era la misma de siempre, e hizo como que no me veía. No quise molestarlo, después de todo fui yo quien se largó sin despedirme. Al me comenta que la nueva moda en la ciudad son las relaciones superficiales, la gente hace como que tiene una relación para matar su soledad, para maquillar de humanidad el sexo de una noche. Cuando se lo cuento a mi gato, mi mira extrañado, su incomprensión hacia el mundo humano es cada día mayor, me dice. A mí me pasa lo mismo, respondo. Y decidimos pedir pizza para ver el nuevo capítulo de nuestra serie favorita. Quién me niega que esta ciudad no sea una isla.

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