
María y yo en un concierto, otra vez, saltando, riéndonos, ligeramente ebrias, de música, de alcohol, de juventud. Tocaban en la sala Heineken y, como siempre, nos pusimos en el bafle derecho, cerca de la barra, cerca del escenario. Me gustan las salas pequeñas porque tiene mejor acústica y mejor visibilidad. Evitamos ir a macroconciertos donde un montón de efectos evitan que te enteres de si alguien desafina o se pierde. En esos conciertos no se escucha nada, no se participa en nada, sólo se admira, y no soy muy dada a admirar gratuitamente a nadie. Eran jóvenes, eran indies y eran guapos. El comentario de María al comienzo de Dilema fue, se nota que llevan un tiempo tocando, los solos son mejores, han debido de tocar escalas para aburrir. Y nos reímos con esa risa de las bromas internas. Tocábamos juntas, íbamos a conciertos juntas y nos reíamos, mucho.
Esa noche hacía calor. Mayo en Madrid es un mes espléndido. No es que haya azahares por la calle, pero si que parece que los chavales se besen más, y también riñen más. La gente camina por la calle con una alegría incierta, parecen no recordar que el calor cada vez será más sofocante, parecen haber olvidado el frío del invierno. La gente suele tener memoria de pez. Así que un jueves por la noche Malasaña puede ser un hervidero de estudiantes universitarios, ignorantes, divertidos. Conseguimos una invitación para la final de FIB, y de artistas invitados, nada menos, que tocaban los Lori Meyers. Alguien me podrá decir que no tienen el mejor directo de este país. Y le daré la razón. No son los mejores, pero tienen una canciones cojonudas, que ganan cuando no tienen problemas de sonido, o de micro o no se les jode una guitarra. Los típicos problemas del directo que los músicos sabemos perdonar o criticar, dependiendo de nuestro propio mal humor. Aunque considerarme músico es mucho considerar. María es más músico, piensa la vida en canciones, la escucha, la canta, la toca con su guitarra. En mi caso, tal vez la observo, la escribo, la analizo, la vivo desde, para, por, todo, literariamente.
La sala se fue vaciando poco a poco, y allí nos quedamos las dos, con nuestras cervezas en la mano. Los demás espectadores se iban marchando a saludar a sus amigos, los concursantes, músicos y, por una noche, célebres. Supongo que fuimos de las pocas que íbamos sólo a verlos a ellos. O quizá fuimos de las pocas que aguantamos hasta tarde por escuchar algo de música. No salimos a beber, no salimos a hablar con los amigos, salimos a escuchar música, a cantar y a bailar. Pocas personas son capaces de soportarnos, intentan hablar e, invariablemente, les interrumpimos preguntando cuál es el siguiente tema, o de qué año, o de qué disco, y nos reímos cuándo la otra se adelanta, o se equivoca, volvemos a interrumpir para admirar un solo de guitarra, o de bajo o un comienzo glorioso, con un ¿te acuerdas?
A la salida ninguna de las dos preguntó a dónde ir. El Freeway estaría abierto y estaría pinchando lo de siempre: Los planetas o The Strokes, The Whitestripes o incluso Lory Meyers.
Aquella noche todo parecía perfecto.
2 comentarios:
Aquella noche fue perfecta: estuvimos en uno de los mejores conciertos de Lori que tocaron solo para nosotras, el Freway era nuestro y en el San Mateo un friki admirador de Tim Burton casi me regala su chapa de Jack. Aquella noche fue perfecta, porque estábamos nosotras y todavía creíamos que Eu era nuestro amigo. Afortunadamente, todo terminó mejor que bien, porque los Lori siguen tocando para nosotras, Eu ya no es nuestro amigo y el camión de la basura pasa a la misma hora de siempre por su balcón,el Freeway lo llevamos puesto, y del San MAteo mejor no hablamos, que deja mucho que desear. Todo está bien porque tocamos, escuchamos y nos reímos en los mejores conciertos y en los peores momentos, y somos tan músico como cualquiera que toque la bandurria en al tuna, porque, no lo olvides, sabemos lo que es una falsa modulación y de dónde sale, porque interrumpimos una conversación sobre el esquema argumental de la última novela de Fulanito de Tal para comentar que Noni cambió una palabra en el estrivillo de "Tokio ya no nos quiere", ¿por qué será?...
Ma
Somos tan músicos y tan literarias que la realidad nos puede. Ma, el futuro ya esta aquí y no nos quiere. Algún recuerdo es perfecto, ambiciono algo más. Creearé nuestro mundo perfecto, cuyos protagonistas seamos nosotras, las chicas esponja. Gracias por tu paciencia.
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