
Martín es una sombra. Sé que fue él el que habló con Rafa. Le presiento tras las esquinas e intuyo que me sigue. No es fascinación, creo que soy un objeto de estudio, de análisis. Lo más perverso de la situación es que no sé que sabe de mí, no sé las razones de su comportamiento, pero me gusta sentirme observada. Ahora me muevo de manera distinta, porque sé que puede estar observando. Esa posibilidad me motiva, me mantiene alerta.
He pensado que pueda querer matarme, Martín o su sombra. Como es lógico no le puedo contar esto a nadie, me tomarían por una paranoica. Y con la absurda ilógica de ser observada hasta el momento de mi muerte me arreglo cada mañana, para él, para su sombra, una nítida intuición tras el escaparate, en ese coche al que pitan en el semáforo. Me fascina su perversidad, me fascina que un aliento en mi nuca pueda ser suyo, pero que al darme la vuelta sólo encuentre un gato, maullando. Recorro Madriz para enseñarselo, para pasear con él. Le enseño mis lugares favoritos, tumultuosos o solitarios. A veces, incluso juego, y me meto en un callejón, de noche, poco iluminado, para darle la oportunidad. Pero es demasiado ambicioso para dejarse tentar. Estoy convencida de que su elección será la más complicada, la más costosa, la que de verdad suponga un reto. Desconozco si lo ha hecho antes, sólo sé que lo hará conmigo, estoy en sus manos y lo disfruto.
Sé que no soy la primera mujer que se enamora de su asesino. Me da un placer especial saberlo.
2 comentarios:
¡Excelente post! El mejor hasta ahora, sin duda...
Cabeza de Puente en Madriz,
J.
Gracias por mostrar tu opinión, J. Aunque me cueste aceptar regalos no dejo de agrdecerlos. Aunque me cueste aceptar un adjetivo como excepcional, que no creo merecer, te lo agradezco
Publicar un comentario