
Anoche volví a quedar con Jordi. Me vino a buscar con unos vaqueros y una camisa blanca, anunciando ya el verano que viene, que le daba un toque de elegancia sobre el desenfado de sus vaqueros. Unos zapatos negros y un reloj grande como único adorno. Llevaba una colonia suave, con algo de almizcle y un ligero toque a vainilla. Yo me puse un vestido rojo de tirantes, unas sandalias de tiras negras con algo de tacón, pendientes de aro y un anillo grande, de nácar, en el dedo corazón de mi mano izquierda como todo adorno. Una pareja sobria, sin grandes acicalamientos. Nos vi como una pareja perfecta. Y en esta segunda cita no me pude contener la ironía de la situación, “Jordi, con lo grunge que somos, lo pijo que vestimos”. Fuimos a cenar al Gala, un restaurante con una carta de vinos inmejorable, un maitre de una amabilidad casi infinita y buena comida. Después acabamos riendo y bebiendo caipiriñas en el Cocoon, con música chill-out de fondo. Algunas risas, algún comentario sobre las próximas elecciones y lo viciado que está todo, alguna historia de la infancia. Una velada para conocernos mejor y desconocernos mutuamente.
Anoche volví a quedar con Jordi, y en el momento de la segunda copa vinieron las confesiones, que le gusta tenerme como amiga porque se siente solo, porque tras su separación está asqueado y no confía en nadie, que pensó en tener hijos con la chica a la que tanto amó hasta que se largó con otro, lo nunca esperado, lo siempre temido, que ahora no sabe lo que quiere ni a dónde va, ni donde pertenece, no sabe si se siente más catalán por su madre, más madrileño por su padre, que ha vivido en un sitio y en otro y que ya está algo harto de vagabundear, pero no sabe qué será de su vida mañana, que a su madre le han detectado leucemia y por primera vez se da cuenta de la proximidad de la muerte, le abracé, nos abrazamos, suspiró, cortó la confesión con un poco de sarcasmo, como sólo él sabe hacerlo, y volvimos a nuestros temas de siempre, que si Uma Thurman, que si Rocangliolo, que si Nueva Vulcano, que si la feria del libro que se aproxima.
Anoche volví a quedar con Jordi, y precisamente porque no acabamos en la cama, me enamoré silenciosamente de su mirada triste. Y recordé cada una de las canciones pop que describen perfectamente lo que siento: mirar sin que te miren, suena ridículo, suena patético, suena a canción facilona, suena a ese pop más melancólico, el de los corazones rotos, el de escalas dóricas y B con quinta disminuida, a poema de nuevos románticos.
Anoche volví a quedar con Jordi.